Capítulo Cinco

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CAPÍTULO 5

Harry se miraba al espejo mientras se abotonaba el último botón de su camisa.

Acomodó el cuello de ésta, se colgó su túnica e intentó sonreírle a su reflejo pero no logró buenos resultados, así que sin más, comenzó a buscar lo que necesitaba para ir a dar una vuelta por el Ministerio de Magia y cumplir con su papel de auror.

Estaba guardando la varita en el bolsillo interior de su túnica cuando un par de débiles golpecitos en la puerta lo interrumpen.

—Tío Harry –escuchó la voz de la pequeña antes de que se acercase a abrir. —¿Estás ahí, tío?

—Hola, Rose –el mayor le dedicó una sonrisa mientras la pequeña se adentraba en la habitación. —¿Cómo estás? ¿Ya tomaste tu desayuno? –la pelirroja asintió posando sus azules ojos sobre él, pero no respondió, se limitó a escanearlo de pies a cabeza antes de asomar la cabeza hacia el pasillo.

—¡Sí, mamá! ¡Tiene puesto su traje de auror! –gritó. Confundido, Harry abre la boca para cuestionar que había sido todo aquello pero antes de poder hacerlo Hermione se aparece justo a su lado, logrando sobresaltarlo.

—¿A dónde crees que vas, Harry? –cuestionó la mujer, cruzándose de brazos y frunciéndole levemente el ceño al igual que hacía con Ron cuando este hacía alguna tontería.

—¿A dónde te parece que voy, Hermione? ¿A jugar quidditch? –le respondió sarcástico mientras le quitaba delicadamente a Rose de las manos un frasco de poción para dormir sin sueños que había dejado en la mesita de noche.

—Pero es domingo. –le soltó la chica, exasperada.

Harry se tuvo que ver obligado a reprimir las ganas de rodar los ojos. Suspiró y sus ojos se posaron en la puerta, justo a tiempo para ver a Ron asomando la cabeza al cuarto.

—Hola, chicos ¿reunión aquí? –soltó, parándose bajo el umbral con una enorme sonrisa en el rostro, sin embargo, fijó sus ojos en el ceño fruncido de su esposa y en el semblante malhumorado de su amigo y pareció unir unas piezas en su cabeza. Su rostro se tornó incómodo en seguida. Normalmente evitaba discusiones en que tenía que estar de lado de su amigo o de su esposa. —Oh, acabo de recordar que iba a preparar el almuerzo. Nos vemos abajo. Vamos, Rose, cariño, seguro tienes hambre.

—No tengo hambre, papá.

—Ron, dile algo a Harry –pidió la mujer. —Quiere ir a trabajar.

—Hermione, estoy a punto de cumplir los treinta años... ya sé muy bien lo que hago.

—Cariño, es cierto. Harry está bastante grande para saber lo que hace. –intercambió una mirada con su amigo a la que Harry respondió asintiendo enérgicamente con la cabeza —Además, cada uno tiene su manera de afrontar los... momentos difíciles.

Hermione le frunció todavía más el ceño.

—Harry lleva casi dos semanas aquí ¿y cuánto tiempo de eso lo hemos visto? Se ha dedicado a doblar turnos y a rechazar sus días libres. –Harry hizo una mueca de hastío, e irritado se cruza de brazos. —No estás durmiendo bien y ni siquiera te comes la cena que te dejo.

—Em... lo que dice Hermione también es cierto, amigo.

—¡Claro que me la como! –mintió, pasándose una mano por el cabello, despeinándolo.

—Se la das al crup –acusó la chica de forma tan intimidante que hizo que Harry trastrabillara. El pelinegro se dijo que jamás se perdonaría por no haber persuadido a Hermione de que se volviese auror. Con esa mirada no habría criminal que se atreviese a mentir.

Sempiterno | Drarry.HarcoKde žijí příběhy. Začni objevovat