XXXV

248 83 143
                                    


Sarah abre la puerta de su casa luego de que casi se la derribara a golpes.

—Caitlin —dice sorprendida por mi repentina aparición. Estoy segura que me sintió venir.

Se hace a un lado para que me adentre en la casa. La energía negativa que desprende choca contra mí con fuerza cuando paso por su lado.

No sé por donde empezar a contarle lo que acabo de vivir. La gran pregunta es: ¿me creerá?

Ni siquiera espero a tomar asiento o ponernos cómodas, escupo lo que sé sin cuidado alguno. Sarah debe saber la verdad.

—Dylan está en peligro.

Ella se queda inmóvil al oír tal noticia, creo que ni está respirando.

—¿Cómo sabes eso? —pregunta con un repentino nerviosismo.

Comienzo a retorcer mis dedos en un claro gesto de ansiedad. Esto es más difícil de lo que creía.

—Sonará raro, pero tienes que creerme... —le digo lentamente, pero me veo interrumpida por su advertencia.

—Caitlin...

Habla ya.

—Tuve una visión —digo rápidamente, sintiendo mis mejillas ruborizarse por decir semejante estupidez.

Ya está, lo dije.

Sarah ladea la cabeza sin poder creer lo que está oyendo.

—Como si fuese una película —me apresuro a explicar—. Fue un corto fragmento de una batalla. Dylan se estaba enfrentando a tres Raezers, lograron debilitarlo y romper su escudo.

Sarah se acerca velozmente hacia mí y me sujeta por los hombros.

—¿Y que sucedió luego? —indaga con voz apremiante.

Niego con la cabeza para darle a entender que no vi nada más. Sarah da dos pasos atrás, poniendo espacio entre nosotras. Necesita procesar lo que le he dicho.

Y tú también.

Lo sé.

—No puede ser... —susurra, llevándose una mano a la boca.

—Es real, yo lo vi. Te juro que...

—Te creo, Caitlin —me detiene—. Solo que me acabo dar cuenta de algo que no pensé antes.

—¿Qué cosa? —pregunto con intriga.

Sarah pasa junto a mí y camina hacia la sala. La sigo y veo que toma asiento en el sofá, en aquél donde la vi por primera vez.

Tomo asiento en una silla que está justo en frente de ella y espero a que hable.

—Dylan no fue tras Argus —dice de pronto, dirigiendo su mirada impaciente hacia mí—. Fue tras El libro de los Osados.

¿Qué demonios es eso?

—¿Y de qué trata? —pregunto con curiosidad.

¿Tan importante debe ser para que Dylan arriesgue su vida?

—Nadie más que Argus conoce lo que hay allí escrito —responde—. O eso cree él.

—¿A que te refieres? ¿Quién más lo sabe?

Se limita a observarme sin decir absolutamente nada. No puede ser...

—Tú —declaro perpleja.

Ella asiente y se inclina hacia adelante, entrelazando sus dedos.

—Trabajé con Argus por más de cuatro siglos, confiaba en mí, fui su mano derecha —confiesa.

CAITLIN | LIBRO I ~ Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora