XLVII

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La joven intenta escapar desesperadamente, debilitándose cada vez más a medida que se esfuerza. Su estado es lamentable, y eso incrementa aún más mi furia hacia ellos.

Ella debe tener unos dieciséis años. Por su contextura parece ser unos pocos centímetros más pequeña que Caitlin.

Con Kyle quedamos estupefactos. ¿Que demonios hacemos ahora? No podemos simplemente marcharnos y dejarla aquí.

De pronto, la perilla de la puerta gira, advirtiéndonos de que alguien va a entrar.

Con el corazón en la garganta, nos hacemos a un lado para evitar que nos golpee semejante puerta.

Inmediatamente un sujeto de bigote raro entra en la habitación.

—¡Te arrancaré la lengua si no dejas de gritar! —vocifera realmente cabreado.

La chica abre grandes los ojos y los sollozos empiezan a sacudir con fuerza su cuerpo.

El sujeto está por darse la vuelta cuando sus ojos se cruzan con los nuestros. Tarda al menos tres segundos en darse cuenta de que no pertenecemos a este lugar. Y Kyle tarda solo medio segundo en reaccionar y matar con su poder al tipo ese. Su cuerpo calcinado provoca un ruido seco al estamparse contra la pared de piedras frente a nosotros.

Miro a mi amigo y le doy un asentimiento en señal de aprobación, ha sido como un "piensa rápido".

Desvío la mirada hacia la joven que observa la escena con horror, su rostro es una mezcla de diversas emociones.

Me veo venir lo siguiente antes de que siquiera se cumpla, así que corro como un rayo hasta donde se encuentra la muchacha y le tapo la boca con mi mano justo antes de que lance el grito.

Parece no tener mucha experiencia en esto, tal vez sea nueva. Tampoco lleva su escudo, aunque eso puede tener otras explicaciones: se lo han roto, o está demasiado débil como para hacerlo.

—Kyle, la puerta —señalo.

Él se acerca rápidamente a la misma y la cierra con cuidado. Luego, se acerca a nosotros, sus ojos están fijos en la chica, la mira con curiosidad.

—Nosotros no te haremos daño. Procura no gritar, ¿está bien? Te sacaremos de aquí —le digo en un intento de calmarla.

Sus ojos están rojos de tanto llorar. Primero me ve a mí y luego a Kyle. Finalmente, asiente.

Lentamente quito la mano de su boca, rogando porque no comience a gritar. Ella se queda en silencio, con la mirada en su regazo.

—¿Cómo te llamas? —le pregunta Kyle.

Sin levantar la cabeza, ella responde en un murmullo débil:

—Miracle.

Kyle alza una ceja en un gesto de incredulidad.

Bueno... el nombre es algo inusual, pero es bonito.

—Él es Dylan y yo soy Kyle —nos presenta a ambos.

—¿Sabes por qué estás aquí? —me toca a mí ahora interrogarle.

Ella niega con la cabeza y mira sus muñecas aprisionadas bajo los brazaletes metálicos de la silla.

—Me piden algo que... —hace una pausa y sus ojos asustados se posan en los míos—. Me matarán si no les doy eso.

—No lo harán —le asegura Kyle.

Miracle se remueve en la silla, no parece muy cómoda con la charla. Puedo notar también que sus ojos suplican lo que su boca calla. Quiere nuestra ayuda, pero parece que tiene miedo de pedirla, y la entiendo. ¿Por qué debería confiar en nosotros? Somos desconocidos. Además, ella ya sabe lo que somos capaces de hacer.

CAITLIN | LIBRO I ~ Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora