ᴅᴏs

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Los sonidos de diferentes clases de vehículos tocando la bocina o moviéndose en las calles, me sacan de mi ensimismamiento. Abro lento mis ojos y los cierro una vez que la luz del día me aborda. Suelto un gemido tranquilo mientras me recuesto contra el piso de cemento.

Una vez que fui capaz de abrir mis ojos por completo, me giré para ver a Zoey quien aún dormía mientras roncaba suavemente. Mis labios se curvaron en una sonrisa mientras me estiraba y con delicadeza apartaba un mechón de cabello de su rostro. Después con la misma mano, le acaricié con el pulgar su suave y fría mejilla.

—Zoey. —Dije suavemente—. Despierta nena.

Zoey rodó hacia un costado, lejos de mí y soltó un suave gimoteo mientras musita—. No.

Rió mientras me siento—. Vamos Zo. —Dije acariciando su brazo—. No queremos que nadie nos grite y nos eche de aquí ¿cierto?

Escuchando esto, Zoey de inmediato se sienta y me observa con una expresión de preocupación plasmada en su rostro. No pude evitar soltar una carcajada mientras ella lucía absolutamente ridícula, pero también adorable, con su cabello hecho un desastre y apuntando en todas direcciones.

—Vamos, tenemos que irnos. —Me incorporé y empecé a guardas nuestras cosas en mi mochila de nuevo, sin la ayuda de Zoey.

Una vez que salimos del edificio, empezamos a buscar una gasolinera para refrescarnos en los baños públicos. A dos cuadras de donde estábamos, divisé un letrero alto que mostraba el nombre y los precios de la gasolina.

Mientras caminábamos por la acera, algunas personas nos dieron miradas curiosas y comprensivas. Ahora estaba acostumbrada a esto, pero aún me irritaba porque miraban de la misma manera a mi pequeña Zoey. Ajusté el agarre de mi mano sobre la de Zoey más fuerte y apresuré mi paso solo un poco, así podríamos llegar a la gasolinera pronto.

Después de caminar por el complejo de la gasolinera siempre alerta por los vehículos que circulaban ahí, entramos a la pequeña tienda con aire acondicionado. Zoey y yo de inmediato buscamos los baños y estaba agradecida de que estaban vacíos.

Empecé a enfocarme en mi cabello atándolo en un moño suelto mientras Zoey buscaba dentro de la mochila; la cual ahora estaba en mis pies, para sacar nuestros cepillos de dientes y el envase de pasta dental.

—Oh rayos. —Escuché decir a Zoey.

—¿Qué pasó? —La observé para ver que ella miraba la pasta dental en su mano.

—Se terminó, —dijo frunciendo el ceño.

Suspiré pesadamente y cerré mis ojos por un momento. Después de abrirlos de nuevo, rebusqué entre los bolsillos de la mochila para ver si la suerte estaba de mi lado y tenía algo de cambio en ellos.

Sonreí triunfante mientras juntaba las monedas en mi mano y las sacaba—. Iré a comprar.

—¿Es suficiente?

—Debería. —Asentí.

Nunca tuve la intención de sentarme en las calles con mi hermana menor y suplicar por dinero. No era seguro del todo. Pero debido a la bondad y gente generosa, nos daban algo de su cambio cuando nos veían y en las condiciones que estábamos. Al principio era dudosa en aceptarlo, pero mi parte lógica pronto se dio cuenta que cada centavo sería de ayuda.

—Quédate aquí. Regresaré pronto.

Zoey asintió mientras salía fuera para comprar un nuevo envase de pasta dental.

***

Luciendo un poco más decentes y limpias ahora, Zoey y yo caminábamos por las calles de la ciudad para empezar nuestro día, a pesar de que no teníamos nada que hacer.

The Jauregui's Dolls. Where stories live. Discover now