-Seis-

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—Pa-pa...,¿que haces aqui?

Nos mirábamos fijamente, estaba claro que estaba molesto.

—Pues nada, que entro a tu cuarto para darte un regalo y me encuentro con que la señorita no esta.

Trague saliva nerviosa, papa podía ser muy duro cuando estaba enojado.

—Yo, yo...

—¿Estabas con ese niño no? Como dijiste que se llama...

—Dylan.

—Que decepcion, no esperaba esto de ti.—Se coloca una mano en la frente.

—Papa—Intente acercarme hacia el para calmarlo.

—No.—Se hizo para atras.—Estas castigada Laila. Mandare a arreglar esa ventana para que ya no puedas salir.-Su voz empezó a subir de tono.

—¿Que? ¿Castigada? No puede ser papa, nisiquiera me das permiso de salir!...

—¡Deja de pelear! Si te lo digo es por algo.

Lo mire sin comprender lo que trataba de decirme. Me sentía fatal, era como si todo estuviera de cabeza.

—Bueno, ¿que esta pasando aqui? Por dios, no puedo dormir.

Entra Marlene a la habitación y prende el foco. Mi padre se queda callado.

—¿Otra vez tu estas causando problemas?—Cuestiona ella mientras se acerca cada vez mas a mi.

—Marlene, dejala ya esta bien.

—No Albert, es por eso que ella es asi, porque tu siempre la dejas.

Tome aire para tranqulizarme, comencé a frotar el anillo, ya que me relajaba. Observaba como poco a poco se hacia mas azul.

—Marlene.—La llamo de nuevo, seriamente, ella solto un bufido.

—¿Te quedas callada? ¿Te asusta que yo si te regañe como debo?. Hasta en eso eres igual que tu madre, tan cobardes.

Ella no pudo decir eso.
Ella no pudo decir eso.
Ella no pudo decir eso.

Mierda, si lo dijo.

Apreté mis puños fuertemente, tanto asi que sentía como mis uñas se me enterraban.

—No vuelvas a mencionar a mi madre.—Hable en un tono grave, sentia como el coraje invadia mi cuerpo.

—Marlene. Ya.—Mi padre intento llevarsela pero ella se solto de su agarre y se coloco justo enfrente de mi.

—Tu madre era una estupida, y por lo visto...

—La unica estupida aqui, eres tu.

Sentia mi respiracion agitada, igual la de ella quien mi comentario le enfureció y elevo la mano para darme una bofetada.

Pero la detuve.

En ese momento no me interesaba nada, mi poco auto control se habia esfumado completamente; no tenia miedo, no tenia limite. Era como si una versión mas fuerte de mi apareciera.

—No vuelvas a tratar de golperame.—Dije aun mientras detenia su brazo con mi mano. Cada vez apretaba mas su brazo, ella empezo a ser sonidos de dolor.—Nunca. ¿Quedo claro?

Aun no la soltaba, sabia que la fuerza con la que estaba apretando su brazo era mucho mas que la mia, es por eso que era extraño, igual mi comportamiento.

—¡Laila la estas lastimando!—Grito mi padre asustado queriendo intervenir para detenerme.

—Alejate.

Juro encontrarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora