-Veintitrés-

12.3K 1.1K 283
                                    

Me quedé atónita.

Simplemente paralizada.

¿Era realmente Julieta? Y de ser así, ¿Que estaba haciendo aquí?

Todo estaba volviéndose tan confuso.

—Creo que es momento de hablar.

Sugirió Samuel quien noto mi extrañeza con todo esto.

Todos optamos porque  era la mejor idea:dialogar.

Ahora estábamos en la mesa, ellos se encontraban frente a mi, observándome, incluso parecía intimidante.

—Bien. ¿Que quieres saber?

Mire a mi padre de mala manera, era la pregunta más tonta que podría haber hecho, claramente quería saber absolutamente todo.

—¿En serio?—Cuestione.

Luego observe a Julieta quien también estaba en la mesa, ¿Ella también sabe acerca de esto?

—¿Tu también eres  cómplice de todo esto?—Dirigí mi mirada hacia ella.

—No!—Negó rápidamente. —Bueno...

—Lo que me faltaba, que mi mejor amiga me ocultara todo.—La vi finamente. —Traidora.

Ella abrió la boca indignada. Obviamente no lo decía enserio, pero el hecho de que me ocultara esto y escapara de la escuela mientras estaba preocupada, me parece pésimo.

—Las cosas no son lo que crees, Julieta tampoco sabía nada.—Explicó con rapidez mi padre. —Fui yo quien le conte acerca de todo.

Puse una cara de desconcierto.

—Primero. ¿Que es ese todo? Y segundo, ¿Porque le dirías a mi mejor amiga?.

—Porque te escuche hablar con ella e intentar localizarla, pensamos que cuando escapaste quizás habrías ido hacia ella.—Dice Samuel.

—¿Pensamos?.—Pregunte sin comprender al principio pero después capte lo que intento decir.—Ahh...ya veo, ustedes son equipo desde antes, ¿cierto?—Apunto a mi padre y a Samuel.

Ambos se quedan callados.

—Mira Laila, lo que sucede....—Trato de hablar Julieta pero la ignore.

—Contestenme, ¿Desde cuando se conocen? ¿Fue un poco antes de aquel día que conocí a Samuel?

Exprese un tanto molesta, ahora entendía porque siempre estaba en donde mismo, el siempre estuvo siguiéndome porque mi padre se lo pedia.

—¡Respondan!

Los dos tragaron saliva y me miraron nerviosos.

—Julieta, podrías traernos agua.—Le pido Samuel.

Ella rechisto entendiendo que no querían su presencia ese momento.
Dejándonos solos a nosotros tres.

—Bien. ¿Ya vas a decirme?—Exprese molesta.

Hubo un pequeño momento en silencio.

—Desde hace 23 años.—Contestó mi padre.

—¡QUE!??

Todo esto se había vuelto un maldito acertijo. No podía descifrar nada.

—Es...imposible.—Aclare.—Tu...como máximo podrías tener 18 años, incluso hasta 20, pero aún así, no es posible que se conocieran.—Le dije a Samuel.

Esto no es posible.

Samuel se apresuró a hablar.

—Yo.—Hace una pequeña pausa.—Soy un brujo Laila, al igual que tu, al igual que tu madre....

Juro encontrarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora