Tan cerca, tan lejos.

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Estar encerrada en una casa las veinticuatro horas del día, rodeada de cámaras, teniendo que compartir espacio con el amor de su vida sin poder demostrarle a cada momento lo que siente por ella, está resultando un infierno.

Alba había entrado a la Academia libre como un pajarillo. Había sido el propio Isaac quien había decidido que no quería vivir la vorágine en la que se iba a convertir la vida de su novia en un futuro, así que antes de empezar el programa habían terminado su relación. En realidad, aquello había sido un alivio para la rubia, que no había tenido que buscar otra excusa para romper con el chico.

En lo que no pensó fue en la vida sentimental de Natalia, en que ella también podría tener a alguien en ese momento. En realidad, aunque lo hubiera hecho, tampoco podría haberle dicho que rompiera con su novio con cualquier estúpida razón porque ellas se iban a encontrar por fin en los castings de OT. Eso habría sido saltarse sus propias reglas sobre no contarse cosas del futuro.

Estúpidas reglas.

Y estúpida Natalia y su integridad moral, que no le permitía engañar a su novio, por mucho que Alba llevara ocupando su corazón desde años antes de que él apareciera.

Así que, las primeras semanas se las habían pasado intentando normalizar las inmensas ganas que tenían de estar juntas, disimulando el deseo que sentían con gestos y caricias amistosos, con besos que a veces se acercaban demasiado a labios hambrientos, y con abrazos en los que se fundían con miedo a que la otra fuera a desaparecer en cualquier momento.

Lo llevaban relativamente bien. Algunos de sus compañeros las miraban raro de vez en cuando, pero lo llevaban bien.

Hasta que llegó Toxic.

Hasta que la tensión sexual no resuelta que tenían desde hacía años se empezó a hacer condenadamente insoportable.

Tras la gala, Alba, de forma unilateral, decidió que debía poner distancia o se iba a volver loca, cosa que Natalia pensó que se debía a que había hecho algo mal, así que ahora llevaban cuatro días cada una por su lado cual almas en pena, Alba suspirando por los rincones y con unos cambios de humor que ninguno de sus compañeros entendía, y Natalia mirándola con ojitos de perrito abandonado cada vez que se cruzaban por los pasillos.

-¿Se puede saber qué coño te pasa?

Mientras ella se fustigaba mentalmente bajo el agua caliente, María había entrado a las duchas y ahora la miraba desde la puerta abierta de la mampara.

-¡Mari, joder!

-Ni Mari, ni hostias –le dice enfadada –Si te pregunto fuera no me lo vas a poder decir, así que de aquí no sales hasta que me expliques por qué coño llevas toda la semana evitando a Natalia.

-No estoy evi...

-Mentiras las justas, Reche –Dice señalándola con un dedo acusatorio –Os pasáis toda la semana que parece que os vayáis a comer la boca y lo que no es la boca en cualquier momento, y de un día para otro la ignoras como si tuviera la peste.

-Mari, en serio, que n...

Mierda.

Alba sabe lo que significa el cosquilleo que acaba de notar en las sienes.

Mierda, mierda.

Ahora no, joder.

+++

Cuando Alba vuelve a aparecer en la ducha, María sigue inmóvil en el mismo sitio en el que la dejó. Aunque nunca se ha parado a calcular cuánto tiempo pasa entre ir y volver durante un salto, sabe que es prácticamente instantáneo, pero por muy poco que haya sido, las probabilidades de que su amiga no lo haya visto son prácticamente inexistentes.

Por mucho que pase el tiempoWhere stories live. Discover now