Sin principio ni final

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Durante la última semana de concurso, Natalia se había pasado los días conviviendo con un miedo irracional a todo lo que la esperaba fuera. Sabía que no iba a ganar, eso era algo que tenía muy claro y que no le preocupaba, pero tenía muy presente que aquello se acababa, y que lo que venía después no iba a ser fácil.

La prensa.

Los fans.

Su familia.

Mikel...

La rueda de prensa y las entrevistas con los medios las había superado sin mucha complicación. Sí, habían tirado de preguntas incómodas, intentando pillarla desprevenida para conseguir respuestas más jugosas, pero había estado preparada para aquello.

Uno de sus grandes temores durante el concurso había sido decepcionar a sus padres, pero ellos mismos habían hecho desaparecer ese miedo. Primero su padre, asegurándole durante la cena en la Academia lo orgullosos que estaban de ella, y después su madre, con el abrazo en el que se fundieron nada más encontrarse al salir de plató la última noche.

El asunto de Mikel era más peliagudo. Cuando les preguntó a sus hermanos por él, tanto Santi como Elena le habían dado largas, diciéndole que estaba bien y con ganas de verla, pero Natalia había notado como le esquivaban la mirada. En el momento que por fin tuvo su móvil y pudo llamarle, supo que su novio era consciente de lo que iba a pasar, de que lo había visto todo, y de que la conocía demasiado bien como para no darse cuenta de lo que estaba pasando. Natalia sabía que era algo que debían hablar en persona, y le aterraba ver la devastación que sus decisiones podrían provocar en los ojos de alguien a quien quería tanto.

Pero hay algo más que Natalia todavía tiene que afrontar. Algo que le da más miedo que todo lo demás junto.

-Sabes que mi madre no muerde, ¿verdad?

Natalia levanta la vista de la maleta revuelta, donde lleva media hora rebuscando qué ponerse, y la ve. No es la Alba del presente, la cual debe seguir en la cafetería del hotel con su familia, mientras espera a que Natalia se decida a bajar, aunque diría que tampoco debe venir de muy lejos porque no ve cambios significativos más allá de llevar el pelo un poco más largo.

-No me quiero arriesgar –dice la morena, cogiendo una sudadera de la maleta y descartándola en un rincón –Necesito caerle bien.

Alba simplemente se ríe, acercándose para abrazarla por detrás.

-Nat, mi madre te adora desde el momento en que le conté cómo me ayudaste en mi primer salto –dice la rubia, soltando una risita mientras la achucha un poco más fuerte –La Rafi es tu fan número uno.

-Sí..., ya... Pero se ha tirado tres meses viendo como desnudaba a su hija con la mirada, delante de toda España. No creo que eso le haya hecho mucha gracia.

Sin poder evitarlo, Alba suelta una carcajada, a lo que Natalia responde girándose ofendida, aunque sin librarse de los brazos de la más bajita.

-Cariño –le dice la rubia todavía entre risas –Mi madre es la presidenta del club de fans de Albalia. Creo que incluso te quiere más que a mí. Quien debe preocuparte realmente es Marina. Está ahora mismo intentando sonsacarle a mi yo del presente si ya ha pasado algo en esta habitación, y no se va a cortar un pelo contigo en cuanto te vea aparecer.

-¿Sois todas las Reche igual de intensas?

-Ves acostumbrándote, amor.

+++

Alba no puede parar de pensar en que no debería haber dejado a Natalia sola en la habitación. La conoce demasiado bien como para saber que debe estar todavía con la toalla puesta, y peleándose con la ropa de la maleta para ver qué se pone, porque le tiene pánico a encontrarse con Rafi.

Por mucho que pase el tiempoWhere stories live. Discover now