MOMENTOS - VII. Quiero el mundo contigo

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Ver a Alba corretear arriba y abajo por la habitación ha sido divertido las primeras dos horas, pero ahora está empezando a resultarte un poco agobiante. No es que Natalia no aprecie todo lo que se está esforzando su mujer para que ella esté lo más cómoda posible y tenga a mano todo lo que necesite, pero es que ya no sabe cómo decirle que lo único que quiere es que se siente a su lado para poder disfrutar juntas de su recién nacida.

-De verdad, Albi, que no hace falta que le estés preguntando a la enfermera cada dos por tres cuándo va a pasar la doctora. –Le dice, suspirando, mientras María se dedica a mamar tranquilamente, ajena al estrés que ha provocado en su otra madre su llegada al mundo. –Lo único que necesitamos es que te relajes.

-¿Seguro que no quieres otra almohada? –Le pregunta la rubia, girándose para abrir la puerta del armario, e intentando alcanzar la estantería de arriba.

-Amor, estamos bien.

-Pero...

- ¿Por qué no te sientas aquí con nosotras mientras esperamos a que vuelva Marina con tu madre?

-Es que... -Alba se gira de nuevo y camina por fin hacia la cama, mientras un puchero se forma en sus labios -Tú estás haciendo todo el trabajo, y yo me siento un poco inútil.

Natalia simplemente le hace un gesto para que se siente junto a ella en el rinconcito que queda libre en la cama. Alba deja caer su peso sobre el colchón y, con mucho cuidado, se inclina para darle un cariñoso beso en la frente a su mujer, a la que se le dibuja una sonrisa serena en los labios.

-Alba, te has pasado meses asegurándote de que no me faltara de nada, y todavía nos quedan muchas cosas que afrontar juntas, así que no va a pasar nada porque ahora descanses un poco -La rubia asiente, mientras su mano empieza a acariciar suavemente la mejilla de su hija, mientras esta sigue a lo suyo sin inmutarse, -Además, sabes que en cuanto tu madre esté aquí no va a dejar que muevas ni un dedo.

-Miedo me da -a Alba se le escapa una risita pensando en la hiperactiva de su madre -Elena me ha dicho que Santi y tus padres llegan esta noche. Ella vendrá directa del trabajo en cuanto acabe un par de cosas que tenía a medias.

-Todavía no han llegado y ya estoy agotada.

-Pues agárrate, porque la Mari me ha avisó hace un rato de que venía pa...

Alba no tiene tiempo de acabar la frase, porque justo en ese momento se abre la puerta de la habitación y un relámpago rubio entra corriendo.

-¡¿DÓNDE ESTÁ MI AHIJADA BONITA?!

Al acercarse a la cama y ver las miradas asesinas de las madres, María se lleva las manos a la boca y recula un poco hacia la puerta.

-Mari, como vuelvas a levantar la voz así, te arranco las mechas. –La amenaza Alba, mientras se levanta de la cama y va hacia su amiga para darle un abrazo.

-Perdón, ha sido la emoción.

-Pues ya puedes controlarte o le pediremos a Marta que sea la madrina.

-No me harías eso, Lacunza.

-No me tientes, Villar

-¿Dónde te has dejado a Pablo? –Le pregunta Alba, interrumpiendo la guerra de miradas fulminantes entre su amiga y su mujer.

-Ha ido a llevar a los niños a casa de mis padres, que no era plan de tenerlos correteando por aquí. ¿Cómo está mi mini furby?

Como si se hubiera dado por aludida, la bebé suelta por fin el pecho de su madre y deja escapar un ruidito de satisfacción. Alba ve, divertida, como su amiga tiene que contenerse las ganas de tirarse sobre la bebé y pellizcarle los mofletes.

Por mucho que pase el tiempoWhere stories live. Discover now