MOMENTOS - II. En ausencia de ti.

4.5K 416 73
                                    

Alba está cansada.

En realidad, más que cansada, está derrotada. Siente que todo se le viene encima de golpe, y no sabe cómo gestionarlo, no sin tener a Natalia a su lado. ¿En qué maldito momento se le pasó por la cabeza convencer a su mujer de que se fuera a grabar a la otra punta del mundo?

Habían pasado dos semanas desde que Natalia había cogido un vuelo a los Ángeles. Una productora estadounidense muy importante le había hecho una de esas ofertas que solo recibes una vez en la vida, y Alba sabía que no podía dejar pasar esa oportunidad. Su mujer había sido bastante reticente a aceptar, alegando que María todavía era muy pequeña y que no quería pasar tanto tiempo lejos de su familia, pero la rubia había insistido en que estarían bien, en que se fuera a conquistar lo que le quedaba de mundo.

Así que Natalia se iba a pasar por lo menos dos meses en Los Ángeles.

Alba podría haber soportado la separación sin problemas, no era la primera vez que pasaban largos periodos de tiempo alejadas por temas de giras, promociones, y demás, pero la rubia no había contado con pasar parte de ese tiempo en el hospital.

Hacía tres días que Rafi había sufrido un ataque al corazón.

Dos desde que Alba había discutido con su mujer por Skype, después de darle la noticia.

Natalia le había dicho que lo cancelaría todo y cogería el primer vuelo a España que encontrara, que la familia era lo primero, y que todo lo demás podía irse a la mierda si hacía falta, pero Alba le había contestado que ni se le ocurriera, que aquello era algo que no podía dejar escapar, y que ella estaría bien. Alba no había dormido nada aquella noche y estaba irascible, y la insistencia de Natalia en tirar por la borda todo por lo que había luchado durante años solo por querer estar sentada en una silla de hospital a su lado, no hacía más que cabrearla más. La conversación empezó a escalar de tono, reprochándose ambas cosas sin sentido por las que normalmente no habrían discutido, y acabó con Natalia colgando la llamada.

Desde entonces no ha vuelto a tener noticias de ella.

No está preocupada. Alba sabe que probablemente su mujer se haya metido de cabeza a trabajar para calmarse y dejar que las aguas vuelvan a su cauce, pero no puede evitar pensar que todo sería más fácil si diera ella el paso de llamarla y admitiera que lo único que necesita realmente en estos momentos en sentir los brazos de Natalia rodeándola y diciéndole que todo irá bien.

Lleva tres días en el hospital, haciendo turnos con Marina, y dormitando en una butaca que debería estar considerada tortura medieval, esperando a que su madre salga de peligro completamente, y deseando poder ser un poco más egoísta y pedirle a su mujer que vuelva.

En estos momentos, sus treinta y ocho años le pesan como si tuviera sesenta.

-Ei.

Alba levanta la vista y ve a su hermana en la puerta, con una sonrisa cansada en el rostro.

-Hola.

-¿Algún cambio?

-La doctora dice que si todo va bien, mañana le bajan la sedación –contesta Alba, levantándose de la butaca y estirando los músculos –Todavía no ha pasado lo peor, pero va mejorando.

-¿Y tú cómo estás? –Le pregunta Marina mientras se abrazan -¿Has hablado con Natalia?

-No desde que discutimos. Ayer por la noche me envió un audio, pero no me he visto con fuerzas para escucharlo.

Marina suspira y se separa un poco de su hermana para mirarla a la cara.

-Vamos a hacer una cosa –le dice -¿Por qué no vas a refrescarte un poco, vas a por un café, y cuando vuelvas lo escuchamos juntas? Puede que sea importante.

Sin ganas de llevarle la contraria a Marina, Alba coge el bolso que cuelga de la butaca y le da un beso en la frente a su madre antes de salir de la habitación. No tiene muchas ganas de ir a la cafetería, así que opta por pasar directamente por el baño de la planta, y después simplemente sacará un café de la máquina que hay en la sala de descanso.

Lo que Alba no se espera al entrar al baño, es volver a sentir aquel cosquilleo que precedía a uno de sus saltos. No había vuelto a tener un desajuste temporal desde antes de que naciera María, y ya se había hecho a la idea de que no iba a volver a pasar.

Pero allí estaba otra vez, en aquella habitación de Pamplona que tantas veces había visitado durante años, con Natalia mirándola extrañada y sin saber qué decir.

Alba simplemente le da las gracias en silencio al Universo, por darle la oportunidad de pasar dieciocho minutos en los brazos de su alma gemela en el momento en que más la necesita.

Sabe que Natalia va a estar siempre con ella, de una forma u otra, y eso la reconforta.

Cuando vuelve a su presente, lo primero que hace es echarse un poco de agua fría en la cara para despejarse, y mirarse en el espejo. Definitivamente, necesita dormir al menos una noche en una cama decente.

Un poco más animada y café en mano, se dirige de nuevo a la habitación de su madre, dispuesta a escuchar el mensaje de Natalia. O tal vez debería llamarla directamente. No sabe ni qué hora debe ser en los Ángeles, pero necesita oír su voz y saber que todo está bien.

Justo cuando se dispone a abrir la puerta, una voz hace que sus pasos se paren en seco.

-...entonses la tita Elena sale corriendo para atrapar a Otto porque se puso a perseguir a una paloma y no quería volver y...

-¿María? –Pregunta Alba extrañada, al ver a su hija de cuatro años sentada en la cama junto a la Rafi, cuando se suponía que debía estar con su tía en Madrid -¿Qué haces a...?

-Cuando pasé ayer por casa, la peque me exigió que la trajera conmigo –Alba se queda helada al escuchar aquella voz. No puede ser. –Me dijo que si yo venía a ver a la yaya, ella también. Ya sabes que nunca he podido decirle que no a una Reche.

-¿Nat? –Alba murmura casi sollozando, mientras se gira para comprobar que no se lo está imaginando. Pero allí está, de carne y hueso, apoyada en una esquina, desde donde había pasado desapercibida para la rubia cuando entró en la habitación. -¿Cómo...?

Antes de que Alba pueda acabar la frase, Natalia ya la está rodeando con sus brazos.

-En cuanto te colgué el otro día, lo primero que hice fue comprar un billete de vuelta. –Antes de que la rubia pueda rechistar, su mujer continúa –Ya te lo dije, Albi, me da igual si tengo que mandarlo todo a la mierda, aquí es donde quiero estar.

-Pero..., el disco.

-El disco lo voy a grabar en Madrid. –Le dice –Matt, el productor, es un tío cojonudo, y cuando le expliqué la situación me dijo que no me preocupara, que él también entendía que la familia es lo primero, pero que no por ello iba a dejar pasar la oportunidad de trabajar juntos. Así que ha movido algunos hilos, y será él quien venga aquí para trabajar en el proyecto.

-¿En serio?

Natalia asiente y le da un beso en la frente a su mujer.

-Le he hablado tanto de vosotras, que se muere de ganas de conoceros a ti y al mini furby.

En ese momento, Alba siente que todo el cansancio, la impotencia, y la tristeza que lleva acumulada durante estos últimos tres días, están a punto de desbordarla, pero es consciente de que necesita dejarlo salir para poder volver a sentirse ella, aunque sea un poquito.

Ahora, envuelta por fin de nuevo en el cálido abrazo de su mujer, sabe que puede hacerlo.

*****************************************************

Como siempre, agradecida a todos los que seguís leyendo, dejando comentarios y votos. Espero que este extra haya sido del agrado de aquellxs que esperábais saber el por qué de la Alba triste.

¡Nos vemos en el próximo!

Por mucho que pase el tiempoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin