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De pie frente al gran espejo que adornaba su habitación se observaba atentamente, si fuera sincero nunca había hecho aquello, no le importaba su apariencia en lo más mínimo pero la presencia de aquel Alfa hizo que por primera vez reparará en su aspecto.

Su mirada viajó de arriba a abajo, tenía unas piernas largas y torneadas a pesar de su estatura, gracias a la práctica del skate; giró un poco, su trasero tenía un buen tamaño; su mano recorrió su estómago, era delgado mucho para su gusto pero siempre había sido así, se le hacía difícil subir de peso. Su piel era algo que no le gustaba porque tenía un cierto parecido a la de su idiota padre Alfa además de algunas pecas que se encontraban en su rostro y cuerpo, su cabello rojizo largo y desordenado; sus ojos, esos ojos ámbar que su madre adoraba porque le recordaba a su abuela, sólo ellos dos tenían aquel color de ojos tan peculiar en la familia.

No tenía nada, no era un Omega bonito, se odiaba por el gran parecido a su padre, aquel estúpido que abandonó a su madre beta y a él por irse con una joven y hermosa omega. 

Llevó su mano izquierda a su cuello, al lugar donde la mordida de su Alfa tenía un lugar guardado, tal vez si se acercaba un poco él se daría cuenta que era su Omega y dejaría a aquella bonita rubia Omega, sonrió y negó con la cabeza, que estúpido eres Misaki.

Su mano descendió hasta su vientre, porque un Omega defectuoso como lo era él no podía estar con el Alfa que la madre luna destino, porque nadie querría a un inútil, poco dulce, rebelde e imperfecto Omega que no podía albergar vida en su interior.

Porque primero debería aprender a quererse antes de querer a alguien más, porque tal vez cuando aquello pasara sería demasiado tarde.




El perfecto Omega [Sarumi/K-project]Where stories live. Discover now