Imperfectos Cap.95

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—¿Eres el Dios del Fuego? ¡Enséñame! T-Tengo un hermano que controla el fuego y quiero ver si tú eres mejor que él —estaba emocionado ya que pensaba que podía controlar el fuego.

Pero no fue así... creo.

Hefesto puso una cara incómoda.

—Em… Chico… Sí controlo el fuego, peeero no creo que seas ciego al ver en la situación en la que estoy, ya ves, un bastón y... todo el resto. Soy conocido por haber creado armas para el Olimpo y para guerreros y gladiarores populares de Grecia, aunque nadie sabe en realidad... —me sentí estúpido en ese momento pero no quise que él lo notara. Al parecer su discapacidad le evita utilizar sus poderes... ¿pero cómo?

—Oh, sí, lo siento, pensaba que podías controlar el fuego y eso... ¿Y bien? Según tú, eres mi pequeña guía, ¿qué se supone que haremos ahora? —en eso Hefesto sonríe y se da la vuelta.

—Soy tu pequeña guía para llevarte con Zeus, ¿pensaste que iba a ser tu guía espiritual o cosas así? Pues no —otra cosa que me decepcionó, no era orgulloso, más bien le gustaba hacer sentir cómoda y sonriente a la gente con sus palabras que sonaban como bromas.

—Acabo de perder mi admiración por ti —bromeé.

—No me importa —respondió frío.

Caminamos por un pasillo dorado reflejado por el cielo que nos llevaba a un palacio que se veía a lo lejos, subiendo unas gigantescas escaleras hasta la cima de la montaña que se veían interminables con varias rutas alternas para dirigirse a inmensos templos, los templos de los dioses.

(Acabo de recuperarme de una batalla, no me hagan sufrir otra vez)

—Oiga, señor Hefesto, por curiosidad, ¿qué es Afrodita para usted?

—Mi esposa —rayos, es como si me hubiera restregado eso en la cara, por como sonaban sus palabras él sabía lo que le veía a Afrodita —. Sé que es hermosa pero no pensé que te engancharías a ella tan rápido —sonó decepcionado de mí como si hubiera sido una prueba el no haberle puesto mis ojos tan rápido en una diosa.

—Solo un poco… —no. Lo estaba, totalmente.

—Lo mismo era tu abuelo, estaba atraído por ella, aunque muchos lo están, pero siempre los amenazo con una de mis espadas en mi forja, estoy cojo pero igual doy miedo.

Oh, sí, el cojo que da miedo. Cielos, me hice en los pantalones.

(Fue gracioso por la forma en que lo dijo)

—¿Me harías una espada?

—No.

Y con eso él mató ese entusiasmo. Era como un Rael Travers griego, pero más bromista y poco simpático, o todo lo contrario.

(Me agrada)

Entramos a un palacio que estaba en la cima de todo luego de haber subido por casi media hora, me dolieron las rodillas y me tuve que sentar apenas en la mitad de la mitad de las escaleras, Hefesto estaba como si nada a pesar de ser alguien cojo con dificultades para subir esas escaleras.

El palacio era como estar en la sala del Consejo pero redonda con muchos pilares formados en círculo sosteniendo el techo y todo era de color dorado, al frente de nosotros habían dos hombres que aparentaban de treinta años o más. Nos acercamos a ellos, sentí un poco de nervios, no había tanta gente, pero sí varios templos y inmensas escaleras que parecían interminables y era de suponer que aquellos dos hombres eran otros dioses.

Uno estaba vestido con una túnica sin mangas que llegaba hasta la cintura, su cabello era alborotado y muy rizado, oscuro, sus ojos son azules como el mar, su mirada de seguro derrite a cada mujer que lo vea, merecen el título de Dioses por sus aspectos. El otro era casi lo mismo sino que su cabello era corto como el de Hefesto y castaño, se parecía al otro un poco y vestía lo mismo que Hefesto, pero su coraza era de oro y tenía una lanza larga en la mano, musculoso como un guerrero de primera, tan solo verlo ya intimidaba, lucía rudo y algo más allá de fuerte.

Imperfectos © [Completa✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora