•.°|XXII. En la habitación|°.•

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Él había sido protagonista de sus fantasías amorosas. Era la primera persona que realmente le interesaba y que encontraba hermosa por fuera y por dentro. Lo admiraba, y aquello le sorprendía, puesto que no había admirado a nadie más que no sea su padre en toda su vida. Lo había conquistado sin necesidad de coqueteos o palabras cursis, a Woojin le encantaba el Chan que veía todos los días, el verdadero y auténtico príncipe del reino Bang. Es por eso que se le hacía inevitable no poder mirarlo o estar cerca de él en cada momento que se le daba la oportunidad. Sin embargo, el tiempo corría, y su fecha límite se acercaba con una rapidez devastadora.

— Channie. — lo llamó con un tono dulce pero imperceptible para el líder.

— ¿Encontraste algo más? — interrogó mirándolo y saliendo de su concentración.

El equipo ya había cenado y ambos decidieron quedarse a leer con mayor detenimiento cada palabra que contenían los tres libros que habían encontrado antes.

Eran aproximadamente las doce de la noche y los mayores eran los únicos despiertos . . . O al menos eso pensaban.

— El Rey de Hechiceros es de otro planeta. — informó ante la presión de su mirada.

— Eso ya me lo habías dicho. — y era cierto, la cuestión era que Woojin necesitaba una excusa para llamar su atención.

— Ah, lo había olvidado. — mintió con una pequeña sonrisa de labios, demasiado sutil. Ambos volvieron a adentrarse en los libros.

"Sólo necesito un poco más de  tiempo." Se dijo a sí mismo el menor.

— ¿Y porqué no te declaras? — le preguntó en voz baja Minho a Jeongin

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— ¿Y porqué no te declaras? — le preguntó en voz baja Minho a Jeongin. Éste fruncio el ceño.

— ¿Para qué? ¿Para ponerlo incómodo? —  interrogó con un puchero de labios triste.

— Tiene razón, a Hyunjin le gusta Seungmin, y hoy en la mañana todos lo vimos. — comentó Félix, ganándose una mirada desaprobatoria de parte del mayor. El rubio se encogió de hombros.

Los tres amigos, Minho, Jeongin y Félix, se encontraban en la habitación del último nombrado, conversando de todo tipo de cosas, hasta que el mayor preguntó por la repentina desaparición de Jeongin en su desayuno/almuerzo, y fue entonces que comenzó la sección de secretos, y el menor decidió confiarles uno.

— Lo único que te queda, por más cruel que suene, es que te olvides de él. — añadió Felix con sinceridad mientras palmeaba su muslo.

— Lo cual será difícil, ya que está en nuestro mismo equipo, y tu habitación está al frente de la suya, por lo que se ven todos los días y . . . — ésta vez quien se ganó la mirada desaprobatoria fue Minho, quien se calló de inmediato al darse cuenta que había hablado de más.

— Es verdad. — respondió el menor de los tres, con la mirada perdida en sus pies.

Hubo un silencio de unos cuantos segundos en la habitación, hasta que se escuchó el suspiro del mayor.

S T R A Y : 𝒑𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora