S T R A Y : 𝒑𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔

•.·| III. Despedida |·.•

Reino Bang:

Aspiró con gratitud significativa el aroma de la mujer que prácticamente lo había criado. No quería soltarla, deseaba con todas sus fuerzas que aquel abrazo sea eterno. Imaginaba como sería su vida a partir de ese día. Definitivamente sería diferente, y era de esperarse.

No quería despedirse, pero sabía que llegaría el momento y él quería estar listo. Por esa razón abrazó a su Nana durante varios minutos, no pudiendo evitar derramar algunas lágrimas.

- Ojalá sigas viva para cuando vuelva, Nana.

La mujer mayor golpeó levemente su brazo mientras soltaba una carcajada, acción que lo hizo sonreír. Definitivamente la extrañaría más que a nadie.

El abrazo se rompió segundos después. Ambos conectaron sus miradas con tristeza palpable.

- Promete que serás un buen niño como siempre has sido, Channie. - el menor no pudo evitar empezar a sollozar mientras asentía. Lo que le había dicho anteriormente por telepatía no era ninguna broma. Él era consciente de que la mujer era muy anciana.

- Lo prometo. - trató de poner su mejor rostro, tratando de limpiar sus mejillas - Seré un niño bueno, Nana.

- Yo sé que sí. - habló con dulzura la mujer - Nunca me has traído problemas.

De pronto su consciencia lo taladro con dolorosos recuerdos. Se arrepentia cada día el haber borrado la memoria de su Nana en tantas ocasiones. Pero de igual forma se preguntaba, ¿Qué hubiera pasado si no lo hubiese hecho?, ¿Seguiría teniendo ese concepto de él?, ¿Lo amaría tanto como en ese momento?

Borrar su memoria tal vez había sido lo mejor. Tal vez tenía ese don en su vida porque era lo más acertado utilizarlo para que todo sea más fácil . . . Pero falso.

- Ahora debes irte, pequeño. No debes hacer esperar a los reyes. Debes actuar como todo un buen príncipe, heredero al trono a partir de ahora. - el más alto asintió. Dejó un pequeño y fugaz beso en la frente de la anciana y le dedicó una sonrisa recargada de agradecimiento y amor genuino.

- Cuando vuelva, seré el mejor rey de todos. Te lo prometo. - la mujer, aún con una sonrisa pintada en los labios, asintió.

- Pero además de eso, yo personalmente, desearía que encuentres al amor de tu vida y vivan felices para siempre. - la mayor tomó las manos del niño que ya no era tan niño, pero que había criado desde que era un bebé - Eres muy especial, Chan. Nunca lo olvides. Mereces todo el amor del mundo, y mereces a una increíble persona en tu vida.

- Sin embargo sabe usted, Nana, que mi destino no es buscar al amor de mi vida y ser feliz a su lado. Mi misión es ser el líder del equipo que acabará con el mal que podría destruir este mundo. Nada más y nada menos que eso. - la más baja negó con una tranquilidad impresionante.

- Te darás cuenta que no es así. - indicó con seguridad - Ahora vete, pero antes prometeme que cuidaras de esos príncipes, que velaras por el bien de tu equipo como si fuese tu familia.

- Lo prometo, Nana.

Reino Kim:

Sus pies habían empezado a doler, pero poco le importó y siguió corriendo por todo el campo verde de su reino.

A su alrededor comenzaban a crecer todo tipo de plantas que él mismo había originado. Y no podía evitarlo, su cabeza era todo un caos. Y, ¿Cómo no serlo? Cuando su padre muchas veces le había repetido lo importante que era su cargo de ser rey, que debía estar preparado para ser uno y que no solamente un monarca, sino, el mejor monarca.