•.·|IV. Primer día |·.•

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No podría decir con exactitud en que momento se quedó dormido. Pero ahí se encontraba, abriendo los ojos y sintiéndose somnoliento mientras observaba curioso a través de la ventanilla, el lugar en donde se había estacionado el auto.

Bajó él mismo y miró el sitio de soslayo. Luego sus ojos pararon en el desconocido chófer que había bajado su maleta y que en ese momento se encontraba haciendo una reverencia de noventa grados como despedida. El peli negro sólo asintió y lo observó irse en el auto.

Soltó un suspiro agotado.

"¿Realmente estoy muy lejos de casa?"

Definitivamente sí era así. Y le encantaba la idea.

Sin pensar más decidió tomar su maleta e ingresar al lugar, olvidando cerrar la puerta en el proceso. Caminó por la longitud de la entrada mientras observaba el lugar con interés. A partir de ese día viviría allí, por lo que estaba curioso por conocer todo. Sin más, al notar que no había nadie, se adentró hasta llegar a las escaleras. Estando en el segundo piso, la primera puerta que vio tenía grabado en apellido "Seung". Entendiendo la referencia, comenzó a buscar el suyo mientras caminaba por el pasillo.

Fue hasta que llegó al final y encontró su habitación. Su mano fue a parar a la perilla de la puerta que tenía grabada el apellido "Seo". Al tocarla no pudo evitar calentarla de sobremanera, pero poco le importó e ingresó. En cuanto cerró la puerta él no supo que un auto negro estaba llegando también al lugar.

Entrecerro los ojos por el sol que se colaba en la ventanilla del auto y no lo dejaba ver con claridad. Observó al conductor del auto bajar su maleta y dejarla frente a la puerta de la cabaña en donde se habían estacionado. El hombre nuevamente subió al auto y Hyunjin fruncio el ceño confundido. Gesto que cambió repentinamente a uno de pánico en cuanto sintió al auto estar a punto de arrancar. Rápidamente abrió la puerta del auto y en cuanto bajó, el transporte arrancó, dejándolo con una especie de indignación.

— Se supone que soy un príncipe. Debió abrirme la puerta. — murmuró, fruncio los labios y se dirigió hacia su maleta. La tomó, y dando una última ojeada a su alrededor, se decidió por entrar de una vez.

Al ingresar pudo observar un pequeño pasillo, con entradas por las divisiones. Siguió avanzando y encontró la cocina. Sus pasos continuaron hasta dar con unas escaleras. Subió por esta y lo primero que vio al llegar al segundo piso fue una puerta con el apellido "Seung". Una sonrisa se pintó en sus labios.

"Así que realmente viviré con otras personas"

La sola idea lo emocionaba. Porque por más que amaba pasar tiempo con sus hermanas, él realmente también necesitaba pasar tiempo con otras personas, conocer gente nueva y hacer amigos.

Tan sólo dio unos pasos más cuando su vista chocó con una puerta que llevaba su apellido.

— Hwang. — soltó como un suspiro.

Abrió la puerta, y en cuanto vio su mano se dio cuenta que estaba brillando. Realmente tenía el presentimiento de que algo bueno le pasaría. Y entonces, entró a su habitación.

Lo primero que lo recibió fue la iluminación del día, y observó detenidamente la luz solar que atravesaba la ventana de su nuevo cuarto. Dejó la maleta a un lado, cerrando la puerta tras de sí. Se acercó al marco y se dio cuenta que un auto negro, idéntico al que lo había traído, se acercaba.

El tercer príncipe en llegar no se contuvo más y salió del auto en cuanto este se había detenido. Y sin siquiera despedirse del chofer, ingresó a la gran cabaña que tanto llamaba su atención. Se asomó en una de las entradas y observó un amplio comedor. Siguió caminando hasta dar con la cocina, en donde sin dudar entró estando tarareando.

S T R A Y : 𝒑𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora