THE TALES OF GREY

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The Tales of Us 01

The Tales Of Grey
(Aries)

El gris siempre había sido un color constante en la vida de Aries.

Desde el gris opaco de las piedras y el gris oscuro de las tormentas, hasta el gris de los ríos y el gris de los días no tan felices. Sin embargo, a pesar de todos los diferentes tonos de grises, el gris cueva era el gris más constante que podía recordar. El gris que, de alguna forma u otra, más importaba.

Gris cueva, un color hermoso y melancólico. Es el perfecto tono para un día nublado y poder acurrucarte en las sabanas de tu cama con un libro en tu mano, la luz de una vela iluminando solo lo suficiente como para leer.

Aries odiaba ese gris.

El cabello de su padre habla sido gris a causa de los años y el estrés. El padre de Aries fue un hombre alto y fornido, su voz era gruesa y su mirada muy intimidante. Aquel hombre era la personalización de la palabra poder. Un hombre lleno de confianza y valor como para alcanzar todo lo que ambicionaba.

El color gris cueva también era el color de sus ojos. Cada mañana, Aries se paraba en frente del espejo en su enorme cuarto de baño y admiraba sus ojos.

A diferencia de su padre, Aries había heredado los ojos azules de su madre. Siempre había estado agradecido a los dioses por aquel milagro. Aries jamás se podía imaginar a sí mismo con los ojos de su padre. Fríos, atentos, ambiciosos.

Sin embargo, muy dentro de sí mismo, sabía que aunque el color gris había muerto con su padre, su carácter había sido impregnado en Aries. Deseos llenos de ambición fue lo único que pudo tomar de las manos de su padre antes de que este muriera. El deseo de intimidar y dominar. De obtener y no compartir.

Muy dentro de sí mismo, Aries se odiaba.

[Break]

Si las cosas no hubiesen pasado de la forma en que la historia ha olvidado, Aries hubiese desarrollado un complejo de Dios y egocentrismo. Posiblemente fuera un ebrio mirando de un lado al otro a diferentes hombres y mujeres, buscando algo apetitoso para pasar el momento.

Pero las cosas no habían sido de aquella manera. Aries sabía que quejarse de su pasado no era solamente algo débil, si no que también algo grotesco. La comida jamás le había faltado, jamás había sufrido de frío, y jamás sufrió de deshidratación. No nació en las partes bajas de la ciudad, y no fue arrojado en un orfanato.

Pero sin importar que, su pasado tampoco era un cuento de hadas. Él no tenía una princesa esperándolo en el castillo.

Tampoco había sido una pesadilla. Aries jamás tuvo que pelear contra un dragón.

Desde pequeño su padre le enseñó el comportamiento de un rey poderoso. Desde aprovecharse de las pequeñas oportunidades, hasta jamás estarse seguro de lo que dice el futuro en el presente. Su padre jamás había tenido tiempo para amor y tranquilidad, y era aquella razón por la que Aries jamás se había questionando mucho el comportamiento de su padre.

Su madre siempre había vivido en un pequeño castilo al norte de Estanglia. Su pueblo quedaba a pocos minutos, y ella jamás había podido dejar atrás el aroma de su hogar y las memorias que este poseía. Ni siquiera su amor por su padre.

Falling KingdomsWhere stories live. Discover now