TRAITOR

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Chapter 13

Traitor

Siendo guardián del rey, el hombre de piel oscura tenía una gran responsabilidad en sus hombros. Y sí muy bien aquella responsabilidad a veces trata de aplastarlo y quebrarlo en mil pedazos, aquello era algo por lo que había trabajado muy duro por obtener, y no dejaría que un poco de dolor en su columna lo despoje de ellos.

Ser un guardián es más que saber empuñar unas cuantas dagas y tener el cuerpo de un gigante musculoso para poder asustar a tus enemigos. Ser guardián también exige ser una persona inteligentemente intimidantemente. 

Sin embargo, a pesar de tener tan intimidante apariencia, tanto como en consistencia como en físico, Cáncer no era inmune a las emociones como cualquier ser humano.  

Cáncer poseía una forma de sentir emociones que podía ser descrito como negro y blanco, muy al contraste a la común gris. 

Sin poder sentir realmente el espectro gris entre la felicidad o la tristeza, o entre el enojo y la paz, Cáncer tenía problemas en lidiar con sus emociones. Tantas guerras habían sido iniciadas por ellas, tantos hombres habían caído por rencor, o por vanidad.

Negro y blanco.

Dándole una patada a Piscis en el abdomen, Cáncer esperaba contener su enojo dejando ir un poco la adrenalina que corría en sus venas. Sin embargo, en lugar de sentirse mejor al lastimar a su nuevo prisionero, aquello solo hizo que Cáncer sintiera más furia de la que podía contener.

Porque al final de día, no importa que tantos cortes y moratones Piscis poseía. Porque él aún seguía vivo.

Pero Isabel no.

Dejando al pobre, y muy humillado prisionero, Cáncer se dirigió al lado opuesto de donde se encontraba el cuerpo inconsciente de Piscis. Hace apenas un par de horas los tres individuos habían llegado a un pequeño pueblo por lo menos cincuenta kilómetros más allá del lugar donde su compañera había caído. Una vez ahí, Cáncer los había dirigido a una pequeña bodega que parecía estar abandona, el signo de agua no quería que nadie se enterara de tan valioso prisionero en su posición. 

William, el único de sus compañeros que aún seguía vivo, estaba acurrucado a un lado de la cuadrada bodega. Este estaba recostado en uno de sus lados, mirando la pared. 

Cáncer podía escuchar sus leves sollozos en el silencio de la noche. Por lo que él sabía, el cuarto de sus miembros y primer muerto, Adam, había sido su mejor amigo desde la infancia. 

Cáncer rodó los ojos, enojado. Si el fuese otra persona, una persona un poco más normal y tal vez un poco más humana y empática, este hubiese intentado consolar a William.

No es tu culpa. No se pudo hacer nada. Lo siento. Ni siquiera yo pude hacer algo. 

Cualquiera de aquellas pequeñas oraciones no hubiesen quitado el dolor de una muerte, había pocas formas de lograrlo y aquello involucra irónicamente a la muerte en sí, pero era una forma de decir. Hey no estás solo, o te entiendo.

Pero Cáncer no podía sentir nada más que un enojo tan fuerte que pudo haber apagado al sol. También, a su pesar, podía sentir una impaciencia hacia los sollozos de aquel desconocido.

Suspirando pesadamente, Cáncer se sentó en el frío cemento. Sus brazos rodearon sus rodillas, y dejó que su mirada se enfocada en su prisión. 

Prisionero, pensó deliciosamente, mi prisionero.

Y a pesar de que aquello no hacía desaparecer su dolor, Cáncer sonrió feliz.

Piscis, mi prisionero.

Falling KingdomsWhere stories live. Discover now