Svellia, día 24 de la Tercera Era, año 1080

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El duque ha regresado de su expedición a tierras extranjeras. Según ha contado, después de grandes esfuerzos, lo ha conseguido. Ha logrado la expansión de sus tierras y la creación de una pequeña colonia que ha llamado Alcalia al otro lado del mar en una zona rica en recursos. Se ha provisto además de un nutrido grupo de trescientos guerreros nativos en calidad de hueste colonial.

Sin embargo, las crecientes presiones de otros grupos nativos sobre la creciente colonia y la falta de confianza con sus propios aliados de la zona extranjera ha hecho que nos comunique su decisión: durante un tiempo indeterminado, estará ausentándose para viajar a la colonia y controlar personalmente que aquello no se le vaya de las manos. Serán viajes periódicos que durarán semanas, quedando algunos lugartenientes al cuidado de la ciudad y del resto de La Muralla Acorazada. Por suerte, nos hemos recuperado por completo de la batalla contra el ejército de Rover Angrieff, y la tregua aún es vigente, así que no debemos temer nada.

No obstante, Raelith Belgram ha reactivado de nuevo las factorías armamentísticas y las herrerías y ha ordenado fabricar armamento suficiente como para aumentar el número de efectivos en el ejército y armarlos para el futuro combate. Según agentes de Lorenzo de Silva en la capital, posiblemente ordene lo mismo para el ducado. Supongo que esos trescientos nuevos soldados le irán de perlas, pero, ¿para qué? ¿Por qué hemos de tomar las armas de nuevo? Creía que esta paz permitiría a los nuestros preocuparse de otros asuntos alejados de la guerra.

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