Svellia, día 6 de la Sexta Era, año 1082

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Empezando la nueva era, hemos tenido el combate contra las tropas rebellynas. Aun con bastantes muertes y heridos, hemos salido victoriosos, pues no han conseguido penetrar en la ciudad.

El ejército del Señor de Rebellyon y de los Sombra Oscura han tratado de entrar hoy en la ciudad. Esperando encontrar batalla a campo abierto, han debido de ajustarse a las circunstancias y han cargado con todo lo que tenían por las diferentes puertas de la urbe. El grueso de las fuerzas del delegado y unos doscientos sonatienses han contenido a la mayoría de soldados rebellynos en la Puerta Norte, mientras los arqueros los avasallaban a base de saetas. Desistidos en su empeño y viendo la imposibilidad de penetrar en la ciudad, se retiraron a su campamento.

Unas horas más tarde, una fuerza considerable cargó contra las tiendas de campaña rebellynas, en un intento por expulsarlos más que para aniquilarlos. Tras un tiempo de intensa batalla conseguimos replegarnos y volver a las murallas, causando una gran cantidad de bajas en el ejército enemigo. Según Danna Skorgarim, de cinco mil guerreros apenas la mitad ha quedado en pie.

Por la noche hemos visualizado desde lo alto de las murallas cómo muchas naves empezaban a retirarse. Cuatro o cinco han sido abandonadas por ellos y requisadas por las fuerzas del emperador. Creo recordar que los regentes están en conversaciones con el delegado para recibir una embarcación a cambio de los servicios prestados.

He de decir que, de regreso a Sonata, por el camino que seguimos un puñado de hombres y yo, quienes escoltábamos a los heridos, por unas tierras pertenecientes a la Casa Blackthorn, nos hospedamos en el castillo. Allí conocí al castellano, un extranjero de los Imperios del Sur llamado Sobek, hijo de antigua señora de la Casa, quien me presentó a la dueña del castillo, una joven noble de nombre Aileen Blackthorn. 

Lady Blackthorn y yo muy pronto comenzamos a congeniar. Pasamos días allí mientras el personal del castillo trataba a nuestros compañeros convalecientes. En este tiempo, he podido conocer en profundidad a la joven. ¡Qué elegancia, por Yahvé! ¡Qué gracilidad, hermosura, bondad, simpatía! Jamás, en mis veintiún años de vida, había conocido mujer como ella. Incluso Mareen, el antiguo amorío que perdí, en aquellos tiempos cuando aún era pirata, se queda muy por debajo de las cualidades de esta noble muchacha. De modo que, cuando íbamos a iniciar el camino de regreso a casa, se ofreció a acompañarnos para mostrar sus respetos a los regentes. 

Puedo afirmar, en palabras de mi Señor Hati, que estoy profundamente enamorado. 

Memorias y otras batallasWhere stories live. Discover now