Tiempos extraños

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Tiempos extraños

Hasta para la persona más distraída hubiera resultado obvio que Hogwarts ya no era el mismo.

Ya nadie podía estar del todo seguro en sus muros, aunque claro, ser de slytherin nunca había sido tan conveniente para sus miembros.

No podía decirse que las cosas iban tan mal para ellos. No por nada era la única casa que mantenía el número de alumnos.

Por el momento, portar los colores verde y plata liberaban a los miembros de esa casa de las torturas disciplinarias de los hermanos Carrow, no obstante, no los libraba del nuevo conocimiento que estaban impartiendo.

Lo aprendido hasta ahora en la reformada clase de Artes Oscuras no resultaba nuevo para Lyra, los Lestrange se habían encargado de ello; sin embargo, con su nuevo profesor no tenía la opción de negarse a aprender o a replicar.

¿Quién diría que una parte de ella llegaría a extrañar los métodos de enseñanza de Rodolphus y los comentarios de Rabastan?

Sí, en definitiva, esos cambios la estaban afectando.

Con la excusa de ir a recoger un pergamino, la joven, se había librado de un incómodo desayuno con sus amigas. Su grupo no dejaba de lanzarle indirectas de como su anterior relación con un chico de su mismo año se veía más dichosa que la que llevaba con Theodore Nott.

No faltaba mucho para que ella quisiera usarlas para probar maldiciones.

Se dirigía a la clase de Transformaciones, esperando no llegar tarde, pues la jefa de la casa de gryffindor se había vuelto más severa, lo que según los cotilleos se debía al abuso que estaban sufriendo sus alumnos y a la ausencia de los miembros de su casa.

Lyra se detuvo, casi atraída por el grafiti en la pared, el cual era imposible que pasara desapercibido: "El Ejército de Dumbledore sigue reclutando gente".

Las torturas le debían haber derretido el cerebro a los integrantes del viejo grupo de Potter ¿o es que acaso eran masoquistas?

Sacudió la cabeza, no tenía tiempo para lamentarse por el destino de personas que no parecían apreciar su propia supervivencia.

O así fue hasta que vio como Amycus Carrow traía a rastras a Neville Longbottom hasta el muro.

Si alguien se había vuelto atrevido, era Neville, las marcas que traía en el rostro eran la prueba de ello.

Aunque Lyra no había intentado dirigirle la palabra, no podía evitar sentir pena por lo que le traería el futuro cercano al chico. Si existía alguien de gryffindor que le generaba algún sentimiento de culpabilidad, era él.

Tal vez ya haya perdido la cordura, eso pensó cuando sus pies la llevaron a interrumpir lo que Amycus Carrow estaba diciendo.

La muchacha le mostró su mejor sonrisa —Buenos días profesor. Me alegra tanto encontrarlo.

—¿Qué quiere, Malfoy?

—Solo quería decirle lo interesante que había sido la última clase de Artes Oscuras, nunca había apreciado tanto las maldiciones imperdonables. Creo que es la primera vez que tenemos un profesor digno.

—Puede que le haya conseguido alguien en quien practicar.

—¿Habla de Longbottom? —preguntó con falsa ingenuidad —Por más que me encanta la idea, no podría permitirlo.

Por la mirada de Neville, comprendió que él tampoco entendía lo que estaba haciendo.

El hombre soltó una risa sibilante —¿Desea usted tomar su lugar?

Malfoy y LestrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora