perdón;

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Somos seres humanos que cometen errores continuamente.

JaeBeom pensaba eso con regularidad, al menos desde el momento que descubrió aquella infidelidad, tuvo que enfrentarse repetidas veces con JinYoung, incluso con su madre, la cual no dejaba de mostrar cuánto odio le tenía.

Pensó que su suegra sería un poco más empatica con la situación, pero sólo se burló de él en aquella cena familiar que tuvieron, como si alardear de lo increíble que era Jackson lo fuese todo en ese momento.

Le dolió saber que Park no estuvo de su lado en ningún momento y en cada oportunidad le daba a entender lo necesitado que estaba por alejarse de su vida.

Se despidió de Mark sin mucho ánimo, su relación en los últimos meses se quebró un poco, aún si no eran cercanos JaeBeom en ese tiempo no tuvo la energía para preocuparse por su alumno como antes solía hacerlo.

Todo parecía ir en picada en su vida, desde su trabajo hasta sus relaciones, JaeBeom era bastante transparente con sus emociones, por lo que nadie se atrevía a molestarlo ya que podían imaginarse el porqué.

No tenía ganas de regresar a casa, no tenía ni ánimos de volver a ese ambiente pesado en el que vivía con Jinyoung.

Cerró los ojos y volvió a suspirar rendido, tomó sus cosas con una extraña sensación de pesadez sobre sus hombros, aún así sólo se encaminó a su coche, al tiempo que miraba un poco la universidad, admirando la arquitectura ya un poco vieja que combinaba con esos grandes y frondosos árboles.

Miró cómo las hojas caían de los árboles dándole la bienvenida al otoño, el sol ocultándose apenas y los colores entremezclándose entre sí, lo que provocaba que todo luciera mucho más vivo y hermoso. El otoño era hermoso, cálido, armonioso, tenía algo que le gustaba a JaeBeom, le gustaba admirar esa época del año porque pensaba que podía llegar a ser una estación un tanto romántica, aunque ahora esa idea no estaba en su cabeza, aún se daba el derecho de admirarla.

Subió a su auto y manejó con cuidado, demasiado, tenía la velocidad mínima y eso era muy lento, que de hecho algunos conductores pasaban por su lado con algunos insultos de paso. Ni siquiera se tomó la molestía para responder.

Su mente solo podía pensar en una cosa: JinYoung.

En su cabeza aún trataba de darle alguna solución a la situación, tenía la esperanza de que todo podía solucionarse, pero dentro de sí, en una parte recóndita sabía que nunca podría ser así.

Intentó concentrarse en el camino, después de escuchar a otro conductor molesto pasar sobre él, parpadeó un par de veces y trato de no lucir tan deprimido, aunque era una tarea difícil, sus ojos se veían apagados, que incluso sus ojeras por la edad era aún más notables, todo su cuerpo gritaba cuán desesperado estaba, cuán cansado y deprimido se la pasaba.

Detuvo el auto y tomó un poco de aire, para luego analizar el futuro de ambos, el tiempo que habían invertido el uno con el otro, ¿todo podía terminar tan fácil?

Cinco años juntos, sino es que más.

Cuando se casaron JaeBeom era el hombre más feliz del mundo, nadie podía negarlo porque el amor de su vida estaba a su lado.

Desde ese momento decidió dejar de pensar en sí mismo, porque ya no solo se trataba de él, eran ambos, era una unión y esta implicaba muchas cosas, no importaba si estaba cansado y hastiado de todo, si su esposos lo necesitaba ahí, él iba a estar, no importaba si peleaban, debían llegar a un punto medio con una conversación amena.

Apretó el volante y frunció el ceño, no, no quería perderlo todo, tanto tiempo con él y solo echarlo todo a un bote de basura era... estúpido, no estaba dispuesto a dejar todo por lo que se esforzó por un tipo cualquiera.

Decidió continuar el camino, iba a tener una conversación sería con su esposo y a marcar los límites, porque nadie se lo iba a arrebatar.

Entró a la casa y por primera vez en mucho tiempo se encontró con JinYoung sentado en aquel sofá que compraron hacia un par de meses, se notaba relajado, al menos esa fue la impresión que le dio.

Cuando se percató de su presencia lo miró a los ojos, compartieron mirada por un largo rato sin decir nada, como si al verse supiesen que debían hablarlo.

—Debemos hablar— dijo por fin el mayor.

JinYoung no puso ningún impedimento y asintió con delicadeza.

—Hablemos.

—Lo pensé y creo que podemos volver a empezar—propuso sin miedo alguno—, podemos fingir que esto no paso JinYoung…

Sostuvo su mirada.

—Podemos intentarlo sólo... déjalo, comencemos de nuevo, hemos… hemos estado juntos por mucho tiempo, simplemente no podemos...

—JaeBeom no podemos—lo interrumpió.

—¿Acaso ya no me amas? Hemos estado juntos por más de cinco años.

Park lo observó y se quedó callado por unos segundos, para después bajar la vista, no podía mirar a los ojos a JaeBeom.

—Perdón.— fue lo único que salió de sus labios.

—¿Perdón es lo único que vas a decir?—, se mofó con ironía.

Apretó los puños, para luego dar un golpe sobre la mesa más cercana y salió de la casa en busca de lo único que conservaba de su pasado: una moto.

Aquella que tanto odiaba JinYoung porque decía que está era peligrosa y un desperdicio para la sociedad, dentro de Lim sólo tenía una idea, y era que este lo detendría, qué le diría que parase, pero al sacarla y ver nulo movimiento del contrario supo que necesitaba huir de ahí.

La encendió y se montó sobre ella, para partir.

¿A dónde debía ir? ¿Casa de su madre? ¿Algún lugar sin destino? Aunque la primera opción era la más coherente para el momento, su cabeza se sentía llena de ira y sabía que en casa de su familia no encontraría paz alguna.

Así que el mismo camino le dictaría a donde dirigirse.

Desde el momento uno abusó del acelerador, con la esperanza de sacar toda esa energía acumulada en su cuerpo que saldría en forma de adrenalina.

Quería alejarse de cualquier problema, deseaba acabar con todo.
Siguió el camino, sin pensar mucho en las direcciones, después se las arreglaría para pasar la noche.

Aunque estaba oscuro era capaz de distinguir la carretera, y lo único que podía oír era el aire golpeando contra su rostro y el sonido del vehículo, ni siquiera se percató cuando el cielo comenzó a tronar y solo comenzó a sentir las gotas de agua golpear contra su cara.

Apretó la mandíbula y pensó en su esposo ¿Por qué no lo amaba? Esa pregunta se repetía una y otra vez.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y la vista tan clara que tenía del camino se volvió difusa.

La lluvia nunca es buena compañera en momentos así, tampoco es buena cuando lloras, nunca es buena cuando resbalas, y no es buena cuando terminas chocando con un auto que venía detrás tuyo.

engáñame; jjp; markbeom [reescribiendo]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ