Christopher no solamente es el Alpha Supremo del mundo, o uno de los primeros líderes de las cuatro manadas más poderosas en la tierra. Tambíen es un lobo que ha vivido más de medio milenio en completa soledad.
Nunca pensó que al perder una apuesta...
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•Bienvenida•
Tenerla entre mis brazos era uno de las mejores cosa que me pudo haber pasado. Su cuerpo estaba invadido de mi olor, ahora cualquiera sabría que es mía, la marca que sobre sale a lado de su cuello es como una pequeña cicatriz. Forma un infinito rojizo con su misma piel.
Me siento mejor que nunca, ahora que he completado el vínculo bebiendo por primera vez su sangre, mi sistema se elevó dándome las habilidades y fuerza de un vampiro por completo, así como el espíritu y calor de un hombre lobo. Las células de mi cuerpo se re estructuraron de una manera simplificando mi ADN. Jamás había sentido este equilibrio completo. Sé que al volver habrá muchas cosas que hacer y aclarar, mi manada ya tenía conocimiento de mi genética al igual que el Clan. Lo único que me preocupa es que con mi cambio, la noticia no tardará en llegar a manadas y clanes enemigos de Inglaterra e incluso Polonia.
No me considero una amenaza, pero para otros sí, soy el único híbrido que se ha conocido desde la antigüedad. El arrebato de mi padre y mi madre creó algo que para aquellos de poca razón, significaba peligro, y para aquellos con sed de poder, una oportunidad. A pesar de mi posición como Alpha supremo, mi existencia no es la más poderosa de este mundo. En lo profundo del tiempo, en la oscuridad de bosques nórdicos, detrás de dimensiones en este mismo plano, se encuentra el origen de mi especie. Aquellos que descienden del dios de la tierra y son, la diosa de la luna, incluido seres increíblemente extraordinarios. Yo soy solamente una fracción del inmenso secreto que oculta la verdad absoluta del mundo terrenal.
—Chris— Murmuró aún dormida. Siento cómo Andrea se remueve entre mis brazos, abre un poco los ojos un tanto desconcertada, se ve tan tierna tan hermosa.
—Buenos días cielo— sus ojos se clavan en los míos, una sonrisa se forma en su rostro.
—Hola— su voz sale en un susurro ronco y quedo.
—Pensé que todo había sido solo un sueño— agregó bajando la mirada.
Levanté su cara sonriéndole.
—Entonces tu sueño se cumplió.
No pude describir la felicidad que envuelve sus pupilas. De pronto su celo se frunce y un resoplido sale de sus labios.
—¿Qué hora es Chris?
Me volteo levemente para tomar mi reloj.
—Las siete de la mañana- respondí tranquilamente.
—Tengo que prepararme para la universidad, tú igual.
