CAPÍTULO 29

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Capítulo 29.

•Almas oscuras•

La desesperación es un sentimiento profundo, una sensación asfixiante llena de sufrimiento. Es como ver cientos y cientos de caminos, tener a la persona que amas al final de uno de ellos y no saber cuál elegir.


La ira que sentía estaba recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, viajando a través de mi sangre, circulando libremente por todo mi sistema. La bestia que dormía dentro de mí estaba despierta, hambrienta de sangre, de venganza.

Me abrí paso entre la maleza de la noche eterna, pisando un sueño hecho de cenizas, pena, lágrimas y sufrimiento. Supe que el final del recorrido terminó, en cuanto la peste a podrido llegó.

Fui atacado antes de emitir una sola palabra, las estelas de oscuridad me envolvieron tomando mis extremidades en un intento de contención fallida. Cuando la miré emerger de entre su miseria, una sonrisa blanca me dio la bienvenida a su maldito exilio. Sentí el instante exacto en que se abrió paso en mi mente, succionando mi razón y encontrando el rugido furioso de mi lobo.

—Realmente debes estar desesperado para pedirme ayuda… Alpha—. Me liberó de las ataduras dejándome caer. Las estelas de noche volvieron a su existencia creando con ellas un manto capaz de cubrir su desnudez ante mis ojos.

El espectro femenino tomó forma, endulzando sus pupilas carbonizadas en dos orbes marinas.

—Haz entrado a lo profundo de mi infierno donde tus genes licántropos son más débiles Alpha. Aquí tu Diosa no existe. La fuerza de la noche es mía. ¿Qué te hace pensar que no voy a descuartizar tu cuerpo? — Murmuró con elegancia en sus palabras. Y aunque tenía razón y, mi parte lobezna estaba minimizada aquí. Mi sangre de vampiro se alimentaba de la noche misma.

—Si me ayudas te daré tu libertad—aseguré, temiendo incluso de mis propias decisiones. Pues liberar de su condena a un espectro como este, podría significar el cambio completo de la vida en este mundo.

Sin nombre, fue llamada Maán como advertencia en las tribus bajas de Europa. Cuando los hijos de la tierra comentaron su reinado. Ella tentó a los dioses de la naturaleza, destrozando la pureza e inocencia de miles de mortales. Se alimentó de la sangre, el dolor y el miedo de reinos enteros. Y justo cuando el averno encontró la forma de retenerla, los caballeros de la noche no lograron reprimir su terror.

Tres de los cinco dioses crearon la maldición perfecta para que su exilio fuese inquebrantable. Nada, en este mundo, era capaz de destruir su alma. Fue creada desde la malignidad, y existirá hasta que está desaparezca.

Algo imposible.

—¿A caso haz venido a mi santuario de dolor  para mentirme solamente? Nada puede sacarme de aquí. Quienes lo han intentado, fallaron. Y su destino querido Alpha, fue delicioso para mí.

—En mi sangre corre el poder del dios Sol, y en mi espíritu duerme la fuerza de la Luna. Dos de las tres deidades que te condenaron.  Cuando el momento de la confrontación entre lobos, vampiros y seres de lado de Maquiel Drelcot llegué. Saldrás de tu infierno para ayudarme. A cambio, podrás vagar entre mundos alimentando tu malignidad. Pero si osas dañar a un alma inocente, tu exilio volverá diez veces más fuerte. Y está vez maldita. Nada podrá sacarte de el.

MI LUNA (En Edición) Where stories live. Discover now