CAPÍTULO 14

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                    • Desolación•

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                    • Desolación•

—¡Andrea ábreme la puerta con un demonio!— Gruñó al otro lado. No sonaba enojado o airado por la situación, más bien era una mezcla de preocupación.

—¡Vete Christopher déjame sola!— Lo menos que quería en estos momentos era tener que enfrentar la realidad. Una de la cual me sentía más que insegura, traicionada.

—Estás en un jodido congelador a una temperatura de cinco grados—  Bufé cansada cruzándome de brazos tratando de darme calor.

Genial arruine mi primera impresión, ahora todos allí fuera deben pensar que estoy loca. Lo primero que hice al enterarme de que esa vampiresa operada fue esposa de Chris fue correr y encerrarme en la primera habitación que viera, en este caso fue un enorme congelador detrás de la cocina.

¡Cielos! ¿Por qué hay tanta carne?

—Amor sal por favor, te enfermaras— Murmuró en voz baja detrás de la puerta. Sabía que me estaba dando espacio, fácilmente podría haber roto el seguro y sacarme de mi congelante escondite.

—No, todos afuera creerán que soy alguien sin autocontrol.

—Vanessa ya se fue, solo queda tu amiga y mi hermano en la sala, déjame explicarte.

—¡No digas su nombre!— Grité enojada. En todo este tiempo no me importó comentarme que aún mantenía una comunicación con su ex esposa. ¡Por los cielos ni siquiera sabía que había estado casado! ¿Cómo le ocultas eso a alguien que dices amar?

Un suspiro cansado salió de mis labios, mi reloj empezó a vibrar por segunda vez, recordándome que era tiempo de tomar mis medicamento. Una parte de mí no quería salir, y a la otra se le parecía absurdo he inmaduro está situación.

Él había estado casado, otra mujer durmió en su cama, otra mujer tuvo su corazón. El recuerdo de su rostro, de su apariencia. ¿Cuándo podría competir con ella? Debía ser la mujer más bella que pude haber presenciado jamás. Ojos hipnóticos, increíblemente delgada con grandes atributos femeninos. En cambio yo, media dos cabezas menos que ella, pesaba el doble y seguramente no se le formaban rollitos detrás de la espalda o debajo de los senos como a mí. ¿Christopher había apretado mi barriga la noche que hicimos el amor? Pensar en ello me deprimía.

Un fuerte estruendo me hace levantar la cabeza. No sé en qué momento terminé sentada en el frío suelo. Christopher arrancó literalmente la puerta y se arrodilló, me tomó del mentón deslizando sus pulgares debajo de mis ojos limpiando lágrimas que no sabía ahí había.

MI LUNA (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora