CAPÍTULO 17

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           •Destellos de Luna•

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           •Destellos de Luna•

Me dolía la cabeza, poco a poco abrí los ojos, la confusión me embriagó al darme cuenta de que esto era una habitación de hospital. Los recuerdos de haber estado entre las paredes de hospitales regresan de manera efímera.
El olor a productos de limpieza me molesta un poco, puedo notar que es diferente a cualquier cubículo en el que he estado. Aquí todo es más moderno y sofisticados, a mi lado hay un sofá suficientemente grande para que una persona duerma, incluso tiene un par de mantas dobladas a un lado. Trato de sentarme sobre la camilla, para ser como si hubiese dormido por horas, mi brazo duele y ahí puedo notar un piquete.

Hay un saco recargado en la silla de madera a lado de mi cama, sé perfectamente a quien le pertenece. Suspiro, escucho a alguien que está a punto de entrar a la habitación. Le sonrió en cuanto le veo.

—Andrea— Exclama Christopher de manera alegre al verme.

—¿Qué pasó?—  Preguntó siendo consciente de que, mi estupidez me hizo caerme de las escaleras. Un quejido sale de mis labios al tratar de moverme.

—Tranquila, estás lastimada, por suerte no pasó nada grave, solo tienes un pequeño corte aquí— Intentó acariciarme pero evadí su toque al sentir ardor.

—Chris— me quejé.

—Perdona.

—¿Cuándo me podré ir?  No me gustan los hospitales, huelen a… enfermedad— mordí mi labio nerviosa.

—Usted y yo tenemos mucho de que hablar señorita— una sonrisa se formó en mi rostro por el tono que utilizo.

—¿De qué?— Entrecierra los ojos. —Bueno, pero primero sácame de aquí— añadí.  Iba a replicar cuando un hombre de tés blanca y cabello rubio entró a la habitación.

—Oh, ya despertó Luna.

— él es Stuard el mejor médico de todo Gran Bretaña y viejo amigo de la manada—  anunció Chris, el doctor se acercó y me tendió la mano la cual no dude en apretar.

—Un placer— susurré.

—Bien, ¿cómo se siente?

—Me duele el cuerpo y la cabeza.

—Bueno eso es normal, ya mandé los medicamentos que necesitará al castillo. Alpha—se refirió a él.

—Te traje algo de ropa para irnos, la que traías se manchó un poco de sangre— Espetó.
Asentí con la cabeza, las batas de hospital eran otra de las cosas que odiaba.

—Con su permiso Luna, y Chris— el médico le giño un ojo antes de salir.

Levanté una ceja confundida.

— Stuard  es un buen amigo y a veces  se toma las formalidades demasiado.

Una vez dicho esto, me ayudó a vestirme, no era de mi agrado necesitar ayuda de otras personas pero, realmente no podía levantar los brazos.

—No olvídalo, ¿sabes cuánto duelen ahora?, Incluso mover la muñeca.

—Cielo, no puedes salir de aquí con solo un sujetador puesto, esta nevando afuera y me niego a que alguien te vea— lo miré con ojos llorosos. ¡Mierda porque tenía que tener un carácter tan raro!

—Me va ha doler—murmuré viendo los morados que se empezaban a notar en mis brazos.

—Está bien—  cogió el saco que yacía en la silla y me lo colocó por encima de los hombros.

          —Nadie me va ha ver- en ese momento me dio hipo. Y quería llorar.

—¿Por qué siempre todo me pasa a mí?

«¡Qué melodramática soy!»

—No te preocupes, fue mi culpa sabía que había algo raro en ti y no puse la suficiente atención como para verlo.

—Vamos— me cogió en brazos he inmediatamente grité. Ahora me dolían las piernas.

—No bájame, bájame.

— Andrea apenas y puedes caminar—Exclamó fastidiado.

—Tus brazos son muy duros—ataqué a la defensiva.

—No es lo único duro que tengo—musitó con una sonrisa burlona.

Le dí un codazo, ahora me empezaba a poner de mal humor. Definitivamente mi periodo estaba cerca.

—Espera tengo una idea- sacó su móvil y llamó a alguien. Hablaba en francés.

«¿Por qué mierda no me metí a clases de francés en lugar de pintura?»

—Bien en unos segundos llegará.

—¿Quién?— pregunté.

Abrí los ojos con asombro al ver varios destellos aparecer en una esquina. De estos apareció una mujer de cabellos violetas. Su forma de vestir era un tanto oscura casi como la de Lía, usaba un vestido negro escote corazón de encaje. Parecía como si el frío no causara el mínimo temblor en ella.

—salut ma cherie— habló en francés.

—Cielo, ella es Hansel un hada, su hermana es mayordoma en la mansión de Caín, junto tu amiga- mi expresión era digna de un retrato.

—¡Sabía que las hadas también existían!—cegada por la emoción levanté los brazos. Volví a gritar quedamente.

—Calme, je t’aiderai à aller au château pour que tu puisses récupérer—miré a Christopher esperando una traducción.

—Te ayudará a llegar al castillo sin moverte.

—¿Y como se supone que hará eso?—pregunté.

— Tranquila Luna, yo me encargo—Agregó esta vez en español.
De pronto sentí mí cuerpo más ligero, mis pies se elevaron del piso. ¡Estaba flotando!.

—Oh santo cielo.

—Allons—Dijo y abrió la puerta. Salimos de la habitación yo seguía flotando pero no me podía mover mucho. Chris me brindaba una cálida mirada.
Definitivamente estos pequeños destellos de realidad en un mundo de fantasía, eran suficientes para mí.

Llegamos al castillo en menos de dos minutos, pues la mujer de cabellos violetas abrió una especie de portal.

Me recosté en la cama mientras Chris le agradecía en su idioma. Me brindó una reverencia antes de marcharse.

—Que amable.

—Las hermanas Dastro son las últimas hadas que quedan en esta región. Grisell está bajo la protección de Caín, mientras Hansel es un alma libre, ninguna de las dos se ha hablado en los últimos dos siglos— abrí mis ojos con asombro. Había tanto por descubrir de este mundo y aprender.

«Y yo aquí sin poder salir todo porque a la señorita se le olvidó tomar sus pastillas»

-¿Cuál es la razón?- quise saber.

—Te hablaré de eso después Cielo, ahora debes tomar el medicamento que te mandó Stuard y dormir.

Asentí con la cabeza.

Aún no estoy segura si quiero saber todo sobre este mundo. Tengo un mal presentimiento. Y lo peor de todo es que nunca me equivoco.

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MI LUNA (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora