T2 | E5

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Dig Dug

Nunca había vuelto a casa tan temprano como este día. Con lágrimas en los ojos y una gran furia por dentro, entró a su casa en busca de los brazos de su mamá. Solo encontró una nota sobre la mesa de las llaves.

Lo de siempre; sus padres se habían ido de viaje, y no sabían cuando volvían. Pero claro que la nota decía 'Te amamos' y Gianna dejó un beso junto a las firmas con su labial rojo vino. Hizo un bollo con el papel y lo tiró por el suelo mientras caminaba al baño para darse un baño caliente antes de irse a la casa de los Sinclair.

(...)

El resto de la tarde se la pasó encerrada en la habitación de Erica, donde dormía cuando se quedaba en casa de sus tíos, se sentía sola y triste; sin amigos y sin familia. O sea, tenía a su tía Kara, pero ella no entendería sus problemas, no era su mamá. Tampoco quería darle una mochila más, tenía suficiente con sus hijos, y además tenía que soportarla a ella con sus tonterías. El techo de la habitación nunca había sido tan interesante, y de pronto, entre pensamiento y pensamiento, recordó que tenía sus medicamentos. Tomó dos relajantes, que la dejaron profundamente dormida en minutos.

Se despertó recién al otro día, en realidad, cuando se despertó, ni siquiera sabía si era otro día u otro año, le costó recordar y aclarar sus pensamientos. En ese momento los ojos le pesaban más que la angustia, aunque había dormido mucho, tenía ojeras grandes y oscuras, ni siquiera quiso mirar dos veces los granitos que habían aparecido en su frente. Suspiró frente al espejo del baño y se lavó una vez más la cara antes de bajar a desayunar, o a almorzar, lo que sea que sus tíos y primos hicieran.

— Buen día.

Los cuatro la miraron con una sonrisa, respondiendo a su saludo. Estaban desayunando; el reloj de la cocina marcaba las diez y media de la mañana. Se sentó junto a Lucas.

— ¿Te sientes bien, cariño? Tienes una cara... —observó su tía— Y dormiste muchísimo...

Katherine asintió.

— Te pise cinco veces y no lo notaste —miraron a Erica, que se sintió intimidada y se encogió de hombros—. Olvidaba que estaba ahí. Lo siento —murmuró.

— Tuve que tomar un relajante.

— ¿Uno entero? —preguntó Kara con las cejas altas— ¿No es que la recomendación es medio, amor?

— Lo necesitaba.

— Está bien. Me avisas cualquier cosa, ¿sí? —Kath asintió— Come, por favor.

— ¿Papá? —habló Lucas y cambió de tema— Cuando mamá se enoja contigo, ¿cómo haces para que se calme?

— Excelente pregunta. ¿Cómo, cariño? —agregó ella sonriendo.

Katherine rio esperando esa respuesta.

— Primero, le pido perdón. Después le compro lo que quiera.

— ¿Aún si se equivoca?

Levantó la vista del periódico y lo miró.

— Nunca se equivoca, hijo.

— Así es —afirmó Kara.

No pasaron cinco minutos que Lucas corría a la puerta asegurando sospechosamente que iría a la casa de Dustin. Katherine no lo creyó, y su tía tampoco.

Era día de limpieza en la casa Sinclair. Kath insistió en ayudar; le tocó la habitación de Lucas. Mientras doblaba ropa, el walkie-talkie que estaba sobre la cama comenzó a sonar.

"Chicos, soy Dustin, otra vez. ¿Alguien me copia? Código rojo. ¡Repito, código rojo!"

"Necesito que alguien conteste"

"Hopper desapareció y yo tengo código rojo"

Katherine no quería violar la privacidad de su primo, así que no contestó. Erica entró al cuarto con su característica cara de irritación y agarró el aparato.

— ¿Puedes callarte?

Una risa salió sin querer de la boca de Katherine mientras guardaba las remeras, después pensó que era Dustin... y Dustin, supuestamente, estaba con Lucas. Escuchó más atenta lo siguiente.

"¿Erica? ¿Está Lucas?"

— No, y ni me importa saber.

"Por favor, dile que es súper importante. Dile que es código..."

Erica estaba a punto de apagarlo, pero Katherine llegó a sacárselo de las manos, pensando en lo peor, pensando en todo lo que vio el año anterior.

— Dustin, soy Katherine, puedo ayudarte a buscar a Lucas —dijo. Erica la miró con incredulidad, con un poco de burla también. Agarró un muñeco de acción y salió de la habitación murmurando algo.

Dustin le dijo que se encontraran en casa de los Wheeler; ya que él iría a buscar a Mike. Dejó lo que estaba haciendo por la mitad y corrió a cambiarse; pantalones deportivos negros, un buzo grande de su padre y zapatillas deportivas. Se ató el cabello en una coleta alta, y meditó un momento sobre si pitarse los labios o no. No lo hizo, no se sentía con el humor.

Al llegar a la casa de los Wheeler, después de correr unas cuantas cuadras, mientras recuperaba el aliento, se dio cuenta con quién hablaba Dustin. No era Mike.

— ¿Por qué tardaste tanto? —gritó revoleando sus brazos; en una de sus manos tenía un ramo de rosas rojas— Él no está en casa, y Nancy tampoco —agregó acercándose hacia ella. Steve la miró con culpa, pero no dijo nada—. Nos vamos de aquí, Steve nos llevará. Ten, son para ti.

— ¿Me trajiste flores? —preguntó con las cejas arrugadas, Dustin se las dio sin responder aquella pregunta. Steve lo miraba irónico.

— Miren, hay demasiados problemas. ¿Puedes caminar?

La mirada de Steve se encontró con la de Katherine en busca de respuestas. Ella alzó los hombros e hizo una mueca. Dustin no le había explicado nada, quizás debería haber preguntado, pensó.

— ¿Traes el bate?

— ¿El bate?

— El de los clavos.

— ¿Por qué?

— Se los explicaré en el camino... Vamos, no hay tiempo que perder. Suban al coche —ordenó abriendo la puerta de copiloto, y subiendo sin más.

Al ver que no tenían mucha más opción, Katherine y Steve le hicieron caso a Dustin.

— ¡Ahora! —gritó, y Steve aceleró. 


𝐋𝐀𝐁𝐈𝐎𝐒 𝐑𝐎𝐉𝐎𝐒; Steve Harrington ❥︎ Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora