BRAVE DRAGON ━━ mericcup

10. Valiente dragón

—¡Es la princesa! —bramó uno de los soldados desde el puesto de vigilancia, alertando a los demás.

Los dragones aterrizaron en la entrada mientras eran rodeados por los soldados. Unos preocupados reyes corrían a toda velocidad para confirmar que quien había llegado era su hija, y junto a ellos, tres pequeños pelirrojos.

Mérida e Hiccup bajaron de Nightshade a toda velocidad, en cambió los demás jinetes fueron echados por los pequeños bebés Nadder.

—¡Oh, Mérida! —lloraba Elinor atrapando entre sus brazos a la pelirroja—. Me tenías tan preocupada, por favor no vuelvas a irte de esa manera.

—¿En serio... Te preocupé? —musitó ella con una débil sonrisa esperanzada, algo que no pudo escapar de los ojos de Hiccup.

—¡Por supuesto, eres mi hija! ¿Estás bien? ¿Tienes hambre? ¡Oh, tu vestido! ¿Y qué te pasó allí? —Elinor señaló el moratón que Eret le había dejado esa mañana.

—Oh, nada mamá, Nightshade me hizo caer —mintió en un intento de no darle importancia.

—¿Y quienes son ellos? —preguntó Fergus, que a pesar de estar feliz con que su niña había vuelto, no podía quitarle la mirada a los vikingos.

—Él... —La pelirroja tomó a Hiccup del brazo para plantarlo frente a sus padres—, es Hiccup, jefe de la tribu de Berk.

Los nervios comenzaron a comer vivo al castaño, nunca le habían llamado de esa forma, pero sabía que debería ir acostumbrandose. Sonrió con ojos desesperados en busca de ayuda a Mérida, él no tenía mucha idea de que hacer y...

—Berk —murmuró Elinor pensativa—. ¿Eres hijo de Estoico?

Sintió un repentino nudo en su garganta, para dar una leve asentimiento de cabeza. Mérida se dio cuenta de ello, y saltó para desviar el tema.

—¡Y ellos son sus amigos, y... Dragones!

Todos saludaron a su forma, excepto Valka, que caminó hacía ellos para dar un formal saludo; claro, ocultando muy bien los nervios de tener que socializar con personas que no conocía.

—Mamá, papá —llamó la pelirroja mientras cargaba a uno de sus hermanos, dejando que los otros dos se prendieran cual abrojo a sus piernas entre traviesas risillas—, tenemos algo muy importante de que hablar.

A Elinor se le iluminaron los ojos y sonrió.

—Lo sé, por suerte pude calmar a los lords por ahora —rió ella—, tu padre los estaba entreteniendo, realmente ellos están muy preocupados por tu seguridad, al igual que el joven Dingwall.

Los ojos de Mérida perdieron su usual brillo, y esta vez fue el castaño quien saltó en su ayuda.

—Mi reina, lamento interrumpirla pero de lo que queremos hablar va de otro tema —aseguró serio.

—Necesitan nuestra ayuda —siguió Mérida volviendo a centrarse en el tema.

—¿Qué clase de ayuda? —preguntó Fergus.

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La reunión de líderes se llevaba a cabo en el salón del trono, donde todos con semblantes serios discutían el destino de su ahora aliado pueblo, Berk.

—Los ayudaremos —aseguró el rey dirigiéndose a los lords—-, y me gustaría contar con su ayuda, por los viejos tiempos.

—Mi señor, con todo respeto, dudo mucho que simples soldados seamos rivales para imponentes dragones —opinó McGuffin.