11. La vida de un dragón

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Los jovenes vikingos volaban sobre mar noruego con las flotas de Dumbroch a sus espaldas. Mérida volaba rápido, y admitía que no le gustaba nada el tener que esperar a las lentas flotas que solo retrasaban su viaje. Comenzó la charla con Hiccup para pasar los minutos.

—¿Tu qué crees? Me refiero, al por qué Nightshade no cayó bajo la orden del alfa, ¿cuales son tus teorías?

—Yo pensé que se debía a su mente infantil, como tu lo dijiste —respondió Hiccup desde atrás, aunque a él también le pareció curioso.

—Nightshade puede ser infantil, pero ella ya no es un bebé como para no obedecer.

—Entonces... —Hiccup comenzó a especular sus propias teorías—. Tal vez es igual de rebelde que tú, tanto como para desobedecer la orden de su superior.

—O tal vez no está en ella la capacidad de obedecer, me refiero a que no siente la necesidad de estar bajo el mando de alguien más —opinó.

—Tal vez...

Pasaron otros minutos y Mérida volteó por centésima vez para saber a que velocidad venían los barcos. Al ver que incluso parecían estar más atrás, Mérida bufó por lo bajo y obligó a su dragón a dar la vuelta para acercarse a la flota mayor donde se hallaban su padre y los Lords.

—¡Creo que nosotros nos adelantaremos! —Le gritó al rey— ¡Los veo por allá!

El hombre asintió y Mérida reinició su vuelo con Hiccup para guiar a los demás hasta Berk. El cielo gris cubría gran parte, el silencio era tenso y a medida que pasaron por las rocas que llevaban grabado los rostros de antiguos jefes, fueron capaces de ver lo que les esperaba.

El Salvajibestia intentaba subir a la isla, y todos los dragones y los de Berk incluido volaban sobre él en círculos. Berk estaba destrozado por el hielo, estaba en todos lados, y algunos de los aldeanos se escondían en un pequeño refugio fuera de la vista del alfa.

—Se llevó a todos los dragones—observó Patapez con horror.

—¡Distraigan al alfa! Hagan todo lo posible para que quite su atención de Chimuelo —ordenó Hiccup.

—Ehh, ¿cómo? —preguntó Brutacio arrastrando las palabras.

—¿Olvidan quién monta a su lado? —inquirió Eret mostrando el pecho con orgullo—, no hay dragón en la tierra que no pueda dominar —Entonces, el pequeño Nadder bajó en picada. — ¡Excepto éste!

—Principiante —rió Patán.

Todos fueron a hacer su trabajo. Mérida y Nightshade volaban con cautela intentando no llamar mucho la atención del alfa. Los vikingos festejaron el ver que Hiccup había regresado.

Una oveja voló por los aires frente a las narices del alfa, y fue el momento en el que Hiccup y Mérida tenían el camino libre para acercarse a Chimuelo que era montado por Drago.

—¡Más ovejas! —pidió Brutilda mientras que cargaba una bola de pelo blanca a la catapulta.

—Oveja negra, preciosa —avisó Patán mientras la lanzaba a sus brazos.

El dragón se preparó para lanzar sus letales picos de hielo, pero se detuvo al escuchar aquél ruido proveniente del cuerno donde Patapez se escondía mientras soltaba risillas traviesas al haber burlado al dragón.

El alfa volvió a hacer el intento de aspirar pero se detuvo al ver como la oveja negra caía por su rostro. Más furioso estuvo a punto de congelar a los insolentes vikingos, más se detuvo al oír nuevamente el cuerno. Para mala suerte de Patapez el dragón logró verlo y no dudó en escupir hielo destrozando el instrumento, pero Patapez logró salir ileso de ésa.

BRAVE DRAGON ━━ mericcupDonde viven las historias. Descúbrelo ahora