Epílogo

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—¿Estás lista? —preguntó Hiccup desde una de las esquinas de la cocina.

—No, ¿y qué si se niegan? —inquirió preocupada la pelirroja mientras tomaba una manzana del frutero.

Hiccup suspiró divertido mientras se acercaba a ella y la tomaba por los hombros.

—Sabrás que decir —aseguró con una sonrisa.

Sus labios se curvaron hacía arriba en una débil sonrisa. Salieron fuera de aquella cabaña y caminaron por el pueblo ahora vacío, todos los vikingos yacían en la carrera de dragones que se llevaba a cabo, y los soldados de DumBroch esperaban en el Gran Salón por la princesa que allí los había citado. Mérida alentada por Hiccup había decidido hacerle frente a la situación y a lord Dingwall.

Nightshade y Chimuelo aprovechaban la soledad que ahora tenían y jugaban incansablemente por los techos de las viviendas, ya no se sabía cual de los dos era más infantil, incluso a Mérida le parecía graciso que aquél dragón juguetón fuese el alfa.

Abrieron las gigantes puertas de madera con hermosos tallados y se adentraron al lugar de piedra seguidos por ambos Furia Nocturna donde todos los escoceses bebían algo. Los líderes en cambio esperaban impacientes en la mesa del centro que se hallaba situada bajo la figura de un dragón bañado en oro que era atravesado por una espada.

—Ya era hora —suspiró McGuffin.

—¿De que querías hablar, hija? —pidió saber Elinor.

—Pues... Verán, yo decidí hacer lo correcto, y romper... Una tradición —el tono firme que Mérida llevaba al principio de la oración fue disminuyendo hasta ser un murmullo inseguro.

El salón se llenó de exclamaciones de sorpresa e indignación.

—¿Por qué? —bramó uno del fondo.

—¿A qué te refieres?

—¿Cómo planean que ella sea una reina si lo primero que hará será romper una tradición? —exclamó uno de la multitud de Dingwall.

—¡CALLENSE! —gritó la pelirroja que repentinamente parecía agobiada. Suspiró y acomodó su rebelde cabello—. Yo deseo, desde mi corazón que yo... —miró a Hiccup que señalaba a todos en el salón desesperado—, que todos —corrigió—, podamos escribir nuestra historia, y seguir... —Sus ojos zafiro conectaron con los esmeralda—... A nuestros corazones.

Él sonrió.

—Dejo en sus manos Lord Dingwall mi petición, pero advierto que no me casare de todos modos con su hijo si usted no aprueba mi decisión.

—Entonces iremos a la guerra, y Berk no quedará afuera —sentenció testarudo mientras se cruzaba de brazos.

Los ojos de Mérida se desesperaron y buscaron a Hiccup, ¿ahora qué decía?

Él parecía seguro y tranquilo con que practicamente le hayan declarado la guerra a su pueblo. Él asintió dando a entender que todo saldría bien.

Mérida suspiró e intentó calmar su mente antes de volver a hablar, ¡Al diablo la formalidad y modales!

—Escucheme bien, Dingwall, déjeme decirle algo —Sus brazos se extendieron señalando el lugar—. Esto es Berk, y sí, está algo maltratado y cubierto de hielo, pero es un hogar, y si mis padres me lo permiten haré de éste también mi hogar.

Fergus asintió en dirección a su hija, él estaba de acuerdo pero Elinor no parecía muy convencida.

—Quienes los atacaron son implacables y están locos, pero quines los detuvieron, ¡ohh! Ellos son mucho más que éso. Tal vez no seamos demasiados, pero representamos cualquier cosa que pueda lanzarnos el mundo. Son la voz de la paz, y poco a poco pensamos cambiar este mundo.

Mérida dio un paso al frente.

—Y usted puede tomar esto como una amenaza, advertencia o consejo, pero déjeme decir que nosotros tenemos algo que ustedes no tienen. Sí, tienen ejércitos, y tienen armadas, ¡pero nosotros... Nosotros tenemos nuestros dragones!

Chimuelo y Nightshade rugieron dandole toda la razón a la pelirroja, mientras sus penetrantes y amenazantes miradas se posaban sobre el hombre de baja estatura.

Dingwall se encogió en su lugar, y luego de unos minutos en silencio negó levemente, y por si acaso Hiccup saltó para decir algo en lo que hasta ahora no había reparado.

—Además, si me lo permite señor, déjeme decir que Mérida aceptó casarse si ustedes nos ayudaban a nosotros, y por lo que recuerdo, ustedes llegaron luego de que todo acabase, así que técnicamente no nos ayudaron, y el compromiso de Mérida no es válido.

El lord levantó la cabeza y aceptó su derrota con un asentimiento de cabeza.

—¡Muy bien! —exclamó Hiccup al ver que ya nadie decía nada—, Mérida, ¿me acompañas a ver si la carrera ya terminó?

La pelirroja asintió y guiado por Hiccup salieron del salón. Cuando el aire fresco entro por sus pulmones pudo finalmente suspirar aliviada, se recargó sobre la puerta y sus ojos conectaron con los de Hiccup.

—¿Qué tal lo hice? —preguntó en un débil murmullo mientras sentía como se quitaba un gran peso de su espalda.

—Perfecta —asintió el castaño con una sonrisa torcida.

Los labios de Mérida se curvaron y se mordió el labio inferior mientras intentaban contener risillas de la emoción.

Inconscientemente la mano de Hiccup viajó hasta el rostro de Mérida, acunando su regordeta mejilla. Apenado al ver lo que hizo intentó retirarla, pero Mérida lo detuvo al tomar su mano y mo permitirle irse. Se dejó estar en su calor y cerró los ojos.

—Gracias, Jefe —susurró.

—¿Por qué?

—No lo sé, sentía la necesidad de decírtelo —Ella se encogió de hombros sin soltar su mano.

Con su otra mano libre quitó algunos cabellos de su rostro para ir a parar en su nuca. Su rostro se acercó lenta e indebidamente para dejar sus rostros a escasos centímetros.

—¿Mérida? —llamó en un susurro apenas audible.

—¿Mhm?

—Te quiero.

—Lo sé.

Con su mano libre la pelirroja arrastró del cuello de la camisa a Hiccup hasta que sus labios finalmente se posaron sobre la manzana que Mérida se había llevado de la casa del castaño.

Sonrió divertida ante el rostro perplejo de Hiccup.

El castaño retrocedió un paso y rió fingidamente antes de tomarla por la cintura, ya no estaba nervioso, así que no dudó en plantar sus labios sobre los de ella en un beso lleno de sentimientos. Pequeño, pero suficiente para demostrar todo los grandes sentimientos que hacía latir sus corazones.


Los ancestros hablaron de ellos. Viajan con el viento, crecieron de antiguas leyendas...

La princesa de corazón valiente, y el vikingo con alma de dragón.

Y cuando más se los necesiten, ellos serán lo único que deben ser.









Brave Dragon.

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