Melodía.

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Estaba a punto de dormirse con la música de su celular, pero optó por levantarse a por un vaso de agua antes de eso. Bostezó y se estiró cuan largo era, dejando de lado el dispositivo. Caminando por el pasillo escuchó un tarareo suave, quizá una canción de cuna o una melodía romántica. Siguió el sonido como si se tratara del flautista de Hamelin.

Castiel estaba de costado, de espaldas hacia la puerta. Su gabardina y saco a los pies de la cama de Jack. El nephilim se había acurrucado entre los brazos del ángel, también hipnotizado por la melodía y el calor de su cuerpo.

La canción acabó, el cazador supuso que el chico se había dormido finalmente. Cas se quedó un momento más, allí observándolo. El ser más poderoso en esta tierra y tan frágil, luchando por una guía. Aferrado a su padre como una vez lo hizo Castiel.

Con cuidado, apartó su brazo de debajo del muchacho, colocando con cuidado su cabeza en la almohada. Se alejó lentamente, evitando que Jack se percatara del peso sobre el lado derecho de la cama desaparecer.

Cobijó al nephilim poniendo las sabanas por encima de sus hombros y viéndolo adaptarse a la nueva posición entre sueños. El ángel tomó de nuevo su ropa y sus zapatos.

La luz desapareció y fue cuando se percató de la figura de Dean en el marco de la puerta. El cazador le permitió el paso y Cas cerró la puerta tras él.

- ¿Cerveza? – Ofreció el humano.

- ¿No puedes conciliar el sueño?

- Quizá necesito una de tus canciones. – Bromeó.

Al ángel no le pareció gracioso, pero acepto la cerveza.

- Jack está agotado y frustrado, es el tercer día intentándolo y nada. – Dijo el morocho, jugando con la tapa de su bebida.

- ¿Algún avance al menos?

- Mínimo. Me molesta verlo así, y todo lo que hace por ustedes no es reconocido. – Uso aquel tono acusatorio que a Dean le molesto.

- Nadie le pidió nada. – Retó.

Castiel dejó a un lado la cerveza y estuvo a punto de regresar a las habitaciones, cuando el rubio lo tomó por el brazo, frenándolo.

- Lo siento, a veces hablo de más. – Sus ojos denotaban verdad. – Agradezco lo que el chico hace, es solo que...

- ¿Qué? ¿No puedes simplemente aceptar que te equivocaste? ¿Es eso? –

El ángel sabía herir y había dado en el clavo justo para lastimarlo. Soltó el agarré sobre Cas y volvió a por su cerveza, dándole la espalda.

- Sé que este no eres tú, Dean. Solo vuelve.

Las palabras calaron hondo en el rubio, como una alarma sonando a todo volumen en su cabeza. Sam estaba enfadado con él, Castiel había decidido poner en suspenso su relación, y Jack... solo intentaba ayudar. Lo estaba perdiendo todo por una amenaza que no existía, por un culpable inocente, por convicciones e ideas erradas.

- Cas. – Llamó, para que el otro no se marchara.

Se acercó al ángel tanto como podía. Respirar su aroma lo tranquilizaba, aquietaba su huracán.

- Me equivoque con Jack, lo siento. 

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