Silencios.

2.5K 274 119
                                    

Después de dos años, de tanto vivido y afrontando tanto juntos, era difícil odiar al nephilim como lo había hecho en un tiempo. Jack era el pequeño de la familia, casi como otro Sammy para Dean. Con el paso del tiempo, quisiese o no, era fácil encariñarse con la versión mini de Castiel.

En cuanto a su relación con el ángel, era maravilloso. Seguían teniendo sus desacuerdos de vez en cuando, pero aprendieron a afrontarlos juntos. Eran felices, y eso era pocas veces visto. A pesar de los problemas, a pesar de los dilemas por venir, al llegar a casa todo estaba bien, en paz y armonía. Se sentía como un verdadero hogar.

Hoy, Jack y Dean saldrían juntos, Sam y Cas tenían un caso en otra parte. El cazador dejo al menor que manejara por esta vez un tramo del camino, hasta llegar a un lago concurrido.

Pescaron en silencio, disfrutando de la brisa. El día estaba cálido y las aves cantaban a coro. Los peces no picaban demasiado, pero no era eso por lo que venían. En medio del monótono silencio, compartían un momento juntos que mejoraba el vinculo que tenían. A Dean le gustaban esos pequeños instantes con su familia. Hoy era el dia de Jack, pero otros eran de Cas o Sammy.

Después de tanto tiempo tenía una familia, y el creyó que este niño solo traería desgracias. Muchas veces se descubría a si mismo buscando alguna característica de Lucifer en el nephilim, no lo hacía por maldad, era el simple miedo a ser traicionado nuevamente.

Pero Jack era todo Cas y Kelly, justo como ahora, observando el agua como si fuese magia.

- ¡Tengo uno! – Espetó Jack, tirando de la caña de pescar.

Dean aseguró la suya, y fue a ayudar al joven, atrapando fácilmente al pez.



Algo de rock de fondo, y puso manos a la obra en cocinar los peces que atraparon. Jack se marchó a tomar una ducha, y por el mensaje de su hermano, él y Cas no tardarían en llegar.

Terminó de condimentar y metió la bandeja al horno. Un par de brazos le rodearon por la cintura y sintió el peso de su novio sobre la espalda.

- Hey, Cas. ¿Cansado?

- No me queda nada de gracia. – Se quejó con su voz rasposa contra la camisa del menor. –

- ¿Y Sam?

- Fue a dejar los bolsos y cambiarse. Está cubierto de restos humanos. – Dean rio. – Estuvo repitiendo durante horas la palabra "asco".

Dean se giró entre los brazos del ángel, para abrazarlo de verdad.

- ¿Dónde está Jack?

- En su habitación, probablemente ya salió de la ducha. –

Silencio. Pensaría que Castiel estaba dormido sino fuese porque no era posible. Cabello despeinado, gabardina sucia, respiración suave. El rubio cerró los ojos, concentrándose en el aroma y la calidez del otro. Ojala pudiese detener el tiempo y mantenerlo así de cerca para siempre.

Sabía que enamorarse de un ángel no sería fácil jamás, mucho menor de Castiel. El morocho siempre terminaba en peligro, y él moriría tarde o temprano siendo humano.

- ¿Dean?

El rostro del ángel se alejó de su refugió en el cuello ajeno, mirando a Dean directo a los ojos.

- Hueles a pescado. – Dijo el más bajo.

Esperaba algo romántico, pero ese era el Cas del que se enamoró. El cazador rio y beso al mayor.



La cena fue tranquila, hasta que llegó la hora pactada para que Jack se fuese a dormir.

- Pero no quiero. – Rezongó el nephilim.

- No hay dulces para los niños que no obedecen. – Retó su padre.

- No soy un niño.

- Camina, hombre de dos años. – Apuró el ángel, provocando la risa de los Winchester.

Los ángeles desaparecieron en el pasillo dejando a los hermanos solos, en uno de esos silencios bonitos.

- ¿Todo va bien? – Interrogó Sam, dándole otro sorbo a su cerveza.

- Excelente. – Sonrió su hermano.

Sin mirarse, pero muy coordinados, ambos levantaron los puños y los chocaron, orgullosos del lugar en el que estaban. 


FIN.

Want you back.Where stories live. Discover now