Metáfora.

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Despertó sobresaltado. La pesadilla de escuchar a Castiel gritar de dolor tras un muro y no poder hacer nada, fue la peor. Pero parte más dolorosa, fue el silencio. Ya no escuchaba al ángel gritar y la sangre comenzaba a colarse bajo el muro.

Además de ser algo reciente, parecía una metáfora de todo lo que pasaba en la pareja. Había un maldito muro, y nadie era más culpable que Dean de hacer lo que quería y ponerlo allí. Entonces eran alejados, luchando por volver a tocarse pero viéndolo imposible. Castiel sufría en agonía y Dean no tenía idea de que hacer para acallar su dolor. Pero Jack estaba con el ángel, detrás del muro que los separaba, preservandolo del dolor.

Buscó al otro en la habitación, estaba seguro que debía estar a su lado, pero Cas no estaba. Tomó la bata de siempre, arrastrando sus pies hasta la cocina.

- ¿Cas?

El ángel leía los instructivos detrás de una pequeña caja. "Gelatina de Frambuesa" alcanzó a leer Dean.

- Buenos días, Dean. – Continuó leyendo.

- Hola, cariño. – Dijo contra su oído, mientras lo abrazaba por la espalda. - ¿Quieres hacer gelatina?

- Creó que a Jack va a gustarle, no la ha probado aun.

- ¿Te ayudó? He preparado un millón de estas cuando Sam y yo éramos pequeños.

De repente, la mirada azul le prestó atención, como fuese la gran solución a sus problemas. No era gran cosa hacer gelatina, pero Cas sentía tanto miedo a equivocarse cada vez que hacía algo por el nephilim como cualquier padre primerizo. Adorable.

Dean ayudo a terminar la mezcla y Cas la colocó en el refrigerador.

- Seguro estará lista para el almuerzo. – Sonrió el cazador.

Jack agradeció que no lo hubiesen visto y no interrumpir el momento. Era algo bonito, quizás muy cotidiano, pero mucho mejor que la tensión constante que se sentía, como una guerra fría.

La sombra de tristeza en los ojos de Castiel ya no existía, y el rencor en la actitud de Dean se había esfumado. Sam y Cas le habían prometido que esto mejoraría tarde o temprano y ambos parecían en lo correcto.

- Buenos días. – Se anunció, sentando frente a su tazón de cereales al que solo le faltaba la leche.

- ¡Buenos días! – Le recibieron los dos adultos.

Había en su tono un entusiasmo que antes era inimaginable. Cas besó su cabello y el cazador fue a por un café, sentándose frente al chico.

Sam llegó sudado por el ejercicio, encontrándose una poco común escena familiar. ¿Acaso estaba soñando o algo?

- Hey, Sammy. – Le llamó su hermano. – Cas y yo hicimos gelatina para más tarde.

La cara de Sam y Jack se llenó de absoluta emoción. El pelilargo no comía esa cosa desde hacía años y el nephilim jamás la probó.

Todo parecía encaminarse, tomar su rumbo correcto. Dean era el mismo que Cas había conocido, inseguro pero amable cuando lograba confiar. En ese entonces, cuando el cazador era solo una orden para el ángel, jamás imagino que le cambiaría la vida así. Aunque muchas veces pensó en darse por vencido, muchas otras la situación los había distanciado; el ahora era perfecto. Estaban allí, hombro a hombro, soportando lo que viniera. 

Want you back.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora