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Allegra

Después del partido, bajamos de los palcos a los vestuarios para encontrarnos con mi papá. Es loquísimo para mi verlo gritar indicaciones desde el costado en este lugar cuando de chiquitos veníamos con mis hermanos y mi mamá a verlo jugar. Este club es mi casa, y la gente que trabaja acá hace años, es como mi familia.
En el camino a los vestuarios veo a mi hermano mellizo, Gian, despedirse de Paulo. Después apura su paso para caminar a mi lado.
— Se tenía que ir, lo invité al asado en casa pero me dijo que quería evitar problemas. — Me informa
— ¿Por qué me estás pasando parte a mí?— lo miro riendo.
— No sé, pensé que te iba a interesar.
— Gian, literalmente nada me puede importar menos. Ya sé que hoy nos tratamos con buena onda, pero hasta ahí. Yo sufrí mucho, y vos fuiste testigo. No quiero eso para mí. Paulo no sabe como amar. Cuando estuvo con Antonella, la cago. Cuando estuvo conmigo, también. Y ahora que está con Oriana, si yo le hubiera dado un poco de cabida, la cagaba también. No sé que tiene en la cabeza, pero yo ahí no juego más. Ya me quemé.
— ¿Y en donde jugas ahora?— me pregunta.
— No sé, en ningún lado supongo. — Gian me mira y asiente resignado.
— Es que yo los quiero juntos. — me mira.
— Yo no soy a la que le tenes que decir esto. Yo hice todo lo posible en su momento.
Cortamos la conversación porque mi papá salió del vestuario y nos acercamos uno por uno a abrazarlo.
— Que lindo es tenerte de vuelta acá— me grita uno de los preparadores físicos del plantel y le sonrío. Mi papá me abraza más fuerte.
— Yo también estoy contento de que estés acá otra vez. — me mira con los ojitos chinos y le sonrío. — Invite a los pibes al asado— dice mirando a Carla.
— Y bueno, si no queda de otra. — dice Carla riéndose pero claramente sufriendo por adentro. No de mala, sino porque imagínate lo que es tener a todo un plantel de fútbol que sale de jugar un partido comiendo un asado en tu casa. Se comen hasta los huesitos y se quedan dormidos en el patio.
Cuando llegamos a casa todavía era la tarde, entonces encaramos para la cocina a tomarnos unos mates. Cuando entro a la cocina veo a mi padre y a mi hermano luchar con un pedazo de vaca que obviamente van a poner en la parrilla. Los miro con cara de asco al ver la cantidad de carne que hay y mi hermano me dice
— Y si nena, hoy comemos como cincuenta personas.
— ¿Y vos vas a hacer el asador?-
— Obvio que si. — mi papá lo mira tentado — Ay para que preguntas si ya sabes que lo va a hacer papá con Mario.— Mario es uno de los históricos preparadores físicos del Atlético. Nos conoce desde chiquitos.
— Entonces, que van a cocinar para acompañar el asado?— les pregunto mientras termino de preparar el mate y empiezo a cebar.
— Ah no, para. De eso se tienen que encargar las mujeres. — dice mi hermano Giuliano entrando a la cocina con las manos llenas de carbón.
— ¿Disculpame? TU asado, TU trabajo. No hay chance de que yo me ponga a hacer ensaladas para cincuenta personas. — me miran los tres desesperados.— Veo si puedo conseguir que nos traigan ensalada de algún lugar, y sino, ya se ponen a pelar papas.
Carla entra riéndose de nuestra conversación y me pide un mate
— Ya hablé con un amigo que tiene un restaurante, ellos nos van a traer todo lo que falta.
— Es decir, TODO menos la carne.— me río. — Ay papito a vos solo se te ocurre organizar un asado a último momento para todo un plantel.
—Mirala a mami Carla con el canje. Una genia— de burla giuliano.
— ¿Podes creer que ahora en las redes todo el mundo me dice "Mami Carla" "Mami falsa" "Mami fake"?— me dice indignada— todo porque ustedes no me quieren decir madrastra.
— Ay Carla, mejor. La palabra madrastra es horrible, a parte nuestra mamá está viva, no te podemos decir madrastra.
Nos movemos al living y nos tiramos en el sillón para seguir con los mates. Cuando me canso, hago que Carla empiece a cebar. Al rato entran mis hermanos y se me tiran encima
— Ay tarados, que molestos que son. Un sillón enorme y se vienen a tirar encima mío. — Ellos se empiezan a reír y a aplastarme más— ¿Cuando se vuelven a Argentina ustedes? No los aguanto más.
— Estamos de vacaciones hermanita, nos vas a tener que aguantar. — me dice Giuli.
— ¿Sabes lo que pasa? Es que yo quiero estar pegado a vos como cuando estábamos en la panza— me dice Gian y me aprieta los cachetes para pegar su mejilla a la mía. — Así ¿ves?
— ¡Gianluca basta! Después cuando te jodo no te la bancas.
Cuando me suelta y salen de encima mío, me vuelvo a acomodar y agarro el teléfono para abrir instagram.

Allegra; tucu correaWhere stories live. Discover now