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Joaquín.

Escucho pasos por el pasillo y la puerta se abre pero no me muevo de la cama. Acostado boca abajo en la cama de dos plazas de la habitación, siento como la persona que entro en la habitación se acuesta cerca mío y me toca la espalda, pongo los ojos en blanco para mi mismo.

— ¿Seguís enojado conmigo? — escucho la voz de mi novia que se acerca a mi cuerpo para hablarme bajito. — ¿Vamos a seguir peleados por el resto de las vacaciones o vamos a hablar? — no encuentra respuesta y bufa.

Se mantiene en silencio un rato más, desde el otro lado de la cama. Y suspira cada tanto para que no me olvida de su presencia, me mantengo en silencio. Se levanta de la cama después de un rato y me siento triunfador de esta batalla, pensando que se va a ir de la habitación y va a bajar a la playa que tiene la casa que alquiló su familia para pasar las vacaciones. Sin embargo, solo se va de la habitación un rato, para volver después con un cargamento de golosinas y reacomodarse en la cama. La miro incrédulo, pero me ignora y enciende la televisión. Observo todos sus movimientos, mirándola mientras busca en netflix el reality de chefs que siempre me obliga a ver con ella. Inicia el capítulo y ella empieza a comer todas sus golosinas.
Me concentro en el capítulo y así pasan rápidamente las horas, el sol empieza a bajar y lo notamos por la ventana. Los capítulos pasan y seguimos en silencio, concentrados mirando el televisor. Al terminar, pierde el chef que bancabamos desde el principio y nos quejamos al mismo tiempo. Quince capítulos para que terminen ganando los que no queríamos que ganen. Ella apaga la televisión indignada, pero sin dirigirme la palabra. Se acomoda de costado en la cama y me mira fijamente. Yo continúo acostado mirando el techo hasta que no soporto más la presión de su mirada en mi perfil y giro la cabeza para verla.

— ¿Vamos a hablar o no? — cuestiona ya cansada.

— ¿Y de que querés hablar? La cagaste anoche y estoy re caliente con vos, corta. — le digo serio y ella me corre la mirada avergonzada.

— Si, ya se — empieza admitiendo. — Bueno perdón, ya se. La cague y nos cague la noche. Perdón. — se disculpa reiteradas veces. Yo niego con mi cabeza y vuelvo a mirar al techo. — Ya se que arruine todo — se acerca a mi y se sienta en la cama. — Es que me puse celosa, y bueno, me salió eso. — giro mi cabeza nuevamente para mirarla.

— ¿Celosa de qué? — le digo un poco alterado. — Yo no te di ningún motivo para estar celosa de nadie — remato y ella mira para otro lado.

— Ya se que no — comienza y suspira — ya se que vos no me diste ningún motivo...pero es que esas pibas me sacan, te están tirando onda hace días, y encima vos sos simpático y bueno...y no les cortaste el rostro nunca, entonces me puse celosa...

— ¿Y que pretendías que hiciera? ¿Qué las trate mal? — le cuestiono otra vez, en un tono seco. — Yo no soy así, las pibas nunca se desubicaron conmigo como para cortarles el rostro.

— Ya se, pero de todas formas te estaban tirando onda, Joaquín. Me lo estaban refregando en la cara — me explica nerviosa.

— Sigo sosteniendo en que yo no te di ningún motivo para ponerte así, y menos para que hagas lo que hiciste.

— Ya se que reaccioné mal, por eso te estoy pidiendo perdón. — dice y baja la mirada a sus manos entrelazadas en sus piernas. Se me contrae el pecho al verla arrepentida pero, no puedo dejarle pasar esto sin que vea que me molestó demasiado. La quiero abrazar pero me hago el duro.

— No me alcanza que me pidas perdón, yo no puedo estar bancando escenitas así, Allegra. — la reprendo — ¿Como les vas a tirar una jarra de sangría encima? Las bañaste. — me acuerdo de la cara de nuestras vecinas en la fiesta de playa la otra noche, cuando sintieron el liquido frío caerles encima y niego con la cabeza. — Encima después de esa escena ridícula, no fue suficiente. Te pusiste en pedo con Dana, que te sigue en todas tus boludeces y te chamuyaste a un chabon en frente mío para joderme. Y encima después tengo que intervenir cuando el chabon se pasa de confianza. Cualquiera lo que hiciste. Te tuve que traer a upa, no se si te acordas... — le reclamo todo el desastre que hizo en una sola noche. Dos noches atrás. Aguardo en silencio para que me conteste pero no dice nada, sigue mirando sus manos en silencio. — ¿No vas a decir nada? A mi los jueguitos de nena histérica no me van. Somos grandes, Allegra. Hace unas semanas nos comprometimos y ahora me salis con estas boludeces...yo no soy tu ex. A mi estas cosas no me van. — le digo y amago levantarme, pero ella me frena agarrándome del brazo.

Allegra; tucu correaWhere stories live. Discover now