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Enero, 6.

— ¿Podrías dejar de estar arriba de tu novio un segundo? Nosotros también queremos convivir con él — Reclama Gianluca cuando ve a su hermana salir de la cocina para arrucarse al lado de su novio en el sillón del patio techado donde estaban reunidos charlando.

— La retas a ella y mira el pollerudo este, estaba a dos segundos de irse a buscarla...— Luis, el hermano menor del futbolista, se burla.

— Son unos pesados...si a vos Dana no te da bola no es nuestra culpa.— ella le devuelve el ataque a su mellizo y su prometido asiente de acuerdo, solo para pelear con su cuñado.

— Bue, váyanse a cagar...— se rinde el rubio y se levanta junto con Giuliano y Luis para ir un rato más a jugar en la cancha de fútbol-tenis que habían armado en el jardín.

— Los dejamos solitos, changuitos...

Apenas se van Allegra se levanta y obliga a su novio a abandonar la comodidad del sillón, lo arrastra despacio hasta la hamaca paraguaya colgada en las columnas de la galería de la casa. Ambos se acostaron ahí en silencio escuchando los gritos de sus hermanos, que se peleaban por el partido. El silencio dejaba que cada uno se concentre en sus pensamientos, ella desde hace una semana no podía parar de pensar en el supuesto embarazo, ¿debería decirle a su novio aunque no estaba segura? Él estaba por irse a Europa dentro de dos días y ella no quería hacerle ilusiones que podían llegar a no ser un embarazo, para irse decepcionado. Su médico de confianza estaba de vacaciones, e iba a volver después de que Joaquín se vaya, y ella tampoco quería atenderse con otra persona que no sea ese profesional, por una cuestión de seguridad y privacidad. Además, otra realidad era que estaba dilatando la duda para ver si su cuerpo respondía y su período llegaba de una vez, acabando con la duda. Le era complicado asimilar que había una gran posibilidad de estar embarazada, no es que no quisiera tener hijos, sino que le daba terror. Tampoco dudaba de tenerlos con Joaquín, porque ya no habían dudas de que el era el hombre con el que quería compartir su vida. El problema, lo que tanto miedo le daba, era su capacidad para ser mamá. ¿Realmente ella podría ser una buena mamá? A pesar de estar rodeada de chicos, y de haber visto crecer a muchos, no estaba segura de si podía criar uno ella misma, y menos sola. Porque, tenía que afrontar la verdad: tener un bebé con un jugador de fútbol profesional significaba tener que criar a tus hijos, en cierto nivel, sola. No es que Joaquín fuera a borrarse, o a dejarla sola a propósito, sino que su trabajo requería que pase varios tiempos prolongados fuera de casa, ya sea concentrado en un hotel o en el club, o de gira con el club. Ni hablar de los viajes con la selección, que también requerían mucho tiempo de la vida de un futbolista. Todo eso conllevaría a que ella deje sus actividades a largo plazo, porque alguien tenía que cuidar al bebé y sus hijos no iban a crecer entre niñeras. Es verdad que en un principio puede trabajar y viajar con su bebé pero cuando crezca iba a necesitar tener una vida estable como todos los nenes.

— ¿Qué te pasa? ¿Te sentís mal otra vez?— pregunta él luego de un rato de estar en silencio y quietos en la hamaca. Ella niega y suspira. — ¿Y entonces?

— Nada, que...te voy a extrañar ahora que te vas. No quiero que te vayas y quedarme sola con todo. — el frunce el ceño extrañado por la actitud de ella que no solía mostrarse tan sensible, y últimamente no paraba de llorar.

— Bueno, ya se que yo y los chicos nos vamos a ir ahora en unos días, pero no te vas a quedar sola...Esta tu mamá, Ori, Delfi...— hace el intento de consolarla.

— Si, ya se. Es que no me refiero a eso. Pero no importa, ya se me va a pasar...vos olvidate.—

— Además, ya vamos a volver a estar juntos en unos días después de que termines con tus cosas acá...

Allegra; tucu correaWhere stories live. Discover now