Pesadilla [COMPLETA] [+18]

Capitulo 32

—No lo haré— Estoy empezando a sentirme acalorada, mi corazón late cada vez más fuerte y mi respiración se vuelve irregular— ¿Qué... pre...ten...des?

—Nada, solo quiero revisar que Zack no te haya lastimado— Lo obedecí y me desvestí. Me quedé en ropa interior. Él se acercó a mí y me revisó. Estaba bien pero me veía distinto y me gustaba— No tienes nada...— su mirada parecía perdida— Tu olor...— Como si estuviera hipnotizado— Hueles delicioso...

Antes de darme cuenta, Dylan estaba sobre mí y entre mis piernas. Me veía fijamente a los ojos como si esperara algo.

Todo pasó a segundo plano cuando me besó, no podía negarme. Nuestro beso se hizo intenso, él se quitó la camisa, dejando al descubierto su musculoso cuerpo. Sentí sus colmillos raspar mi cuello mientras me aferraba a él, quería más y sabía que él lo deseaba tanto como yo. Comenzó a empujar simulando penetraciones, con fuerza hale su cabello para que me besara. Bajé mis manos hasta su pantalón para desabrocharlo o esa era mi intención hasta que sentí como me lo arrebataron.

—Estás muerto— Al sentarme para divisar mejor lo que ocurría, vi a Jasper tomando por el cuello a Dylan, ambos mostrando sus verdaderas formas. Intenté hablar con Jasper pero era imposible, de mi boca solo salían gemidos. No podía hacer nada por el pobre vampiro que horas antes me había rescatado, tome una almohada y la abracé con fuerza, intentando controlarme sin embargo era inútil, el ardor de mi cuerpo no cesaba, sino todo lo contrario; sentía como aumentaba. Mi juicio se estaba nublando, mi razón me abandonaba poco a poco

—¡Jasper, espera! Puedo... explicarlo— Apenas podía hablar, la mano del demonio que apretaba con fuerza su cuello y la desesperación por no morir, eran una combinación poco favorable— Suéltame, no... es... lo... lo que crees. Jamás te traicionaría... y lo sabes...— Jasper lo observó con duda pero al final lo soltó. Dylan tosía demasiado, intentaba regular su respiración. Cualquier humano en su posición, habría muerto en la mitad del tiempo.

—Habla— Jasper lo veía con firmeza. No desconfió de sus palabras a pesar de lo que vio, ¿Será que confía ciegamente en él?

—Escucha, en todos los reinos de la oscuridad se ha hablado bastante de que tú estás con una humana y— La mirada de ambos se clavaron en mí, era la misma mirada que Dylan tenía minutos atrás. Éste último agitó su cabeza para no perderse en lo que sea que los ponía así. Tomó al demonio por los hombros y lo sacudió para llamar su atención. Funcionó, Jasper se concentró en lo que Dylan tenía para decirle— También lo percibes, es ella. Solo te diré que no era mi intención, sé que lo entiendes. Hablaremos con detalle mañana, por ahora, encárgate de ella.

Justo después salió por la puerta, dejándome sola con un demonio que para ser tan posesivo y agresivo estaba bastante tranquilo. Eso me ponía algo nerviosa, a lo que entendí es que Dylan me culpó a mí, dio a entender que fui yo quien lo sedujo.

Jasper tomó una silla, la puso frente a mi cama y se sentó en ella. Solo estaba ahí mirándome, bastante tranquilo. Nunca me había sentido tan observada, parecía animal en exhibición. No quería ni intentar hablar, no podía... no sabía por qué pero articular un simple monosílabo era todo un desafío, mi cuerpo seguía inquieto y deseoso por una simple caricia.

—¿No piensas hablarme?— Cuestionó Jasper ante el ensordecedor silencio en que nos encontrábamos. Negué con la cabeza, mi boca mordía la almohada— Te encuentro casi desnuda, debajo de un hombre al cual besabas y dejabas que te acariciara y mordiera. Una vez me dijiste que si te dejaba sola, buscarías a cualquier hombre para hacerte compañía. ¿Esta es tu venganza por haberte dejado sola unos pocos días?— Una vez más, negué con mi cabeza— ¿No? Me parece que sí... Mírate, no sé qué te hizo ese murciélago, pero no puedes tranquilizarte, te rehúsas a dirigirme la palabra y no luces arrepentida en absoluto— No dije nada... quería explicarle como había sido todo, que yo no seduje a Dylan, que él solo me había salvado de otro vampiro y me había traído aquí, que sí, estaba sobre mí pero no fue provocación.

No sabía qué hacer. No lo culparía si me dice que quiere mi alma o que el trato queda cancelado.