0. ☆ Primer encuentro ☆

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Último día del año 2018

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Último día del año 2018... 

Lo conocí en año viejo, horas antes de que acabara.

No había razones lógicas para que él y yo coincidiéramos en ese lugar, solo fue la suma de varias coincidencias independientes y para los creyentes, predestinadas. Era la primera vez que yo pisaba ese supermercado y tiempo después me enteré de que la suya también; no he logrado desde entonces dejar de creer en otro tipo de magia al que conozco desde niña.

La magia del destino, o del amor, o una mezcla de ambas.

Solo sé que hubo una energía que me atrajo a él, y no fue una energía imaginaria inventada por románticos, literalmente hubo algo en él que hizo que mi buen oído captara de inmediato los latidos de su corazón con una nitidez más grande que el del resto de personas.

Cuando crucé las puertas del supermercado esa melodía me atravesó la mente como si tuviera los parlantes de un estéreo a dos centímetros de mis orejas y su pulso fuera la música; me detuve un momento a apreciarla, como cuando te detienes frente a un restaurante cuyo olor te llama aun cuando sabes que no está ahí para ti.

Divine me sacó ventaja por dos pasos, pero al ver que me había detenido, se devolvió.

—¿Todo bien? —preguntó.

—¿Escuchas eso?

Una parte de mí se quería convencer de que era un latido común y corriente de un humano promedio, quizás sonaba más fuerte por temas de azar o algo explicable, y por eso se lo pregunté, mas en su mirada de extrañeza confirmé que no era ordinario.

—¿Escuchar qué?

—Ese latido.

—Hay muchos latidos aquí. Es un supermercado grande.

Me miró como si estuviera ebria o divagando tonterías; ella y yo compartíamos cualidades no-humanas como los excelentes y extraordinarios sentidos así que supe que no mentía. En mi mente se alcanzaban a escuchar más de veinte latidos, pero ninguno se sobreponía al primero, al más alto y claro.

Sonreí involuntariamente porque el tamborilero me resultaba muy agradable, pero negué con la cabeza a Divine.

—Sí, tienes razón, no pasa nada. Busquemos la botella y nos vamos.

Nuestra familia nunca celebraba Año Nuevo, pero por los últimos tres años, Divine y yo salíamos a buscar celebración. Solía ser sencillo meternos en fiestas ajenas, pero nunca estaba de más llevar una botella de licor para evitar que alguien nos negase la entrada así no nos conocieran; recién habíamos salido de casa, eran poco más de las diez y el revuelo en toda la ciudad era una mezcla curiosa entre personas festejando por la calle y personas buscando la manera de llegar ya a casa con sus familiares.

Divine caminó hacia el pasillo de licores, conmigo a solo unos centímetros de distancia; mi atención se repartía entre ella y el latido que seguía palpitando en mi oído, busqué con la mirada al dueño o dueña intentando no mostrarme muy obvia con Divine porque si me preguntaba cuál era mi interés, no tendría una respuesta.

Karma de Estrellas  •TERMINADA•Where stories live. Discover now