VIII. ☆ Ojos enamorados ☆

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Cuando abrí la puerta de mi casa y vi a Beth del otro lado con una sonrisa en apariencia amable, me sorprendí

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Cuando abrí la puerta de mi casa y vi a Beth del otro lado con una sonrisa en apariencia amable, me sorprendí... la verdad quise decirle que no estaba de humor para charlar con nadie y que se fuera, especialmente porque lo más probable fuera que quisiera hablar de Karma, pero Beth entró rápido a mi casa antes de que pudiera cerrarle la puerta en la cara.

—Claro, pasa —ironicé, cerrando la puerta.

Beth era muy habladora y confianzuda, pero al menos en casa ajena su recato hacía presencia y aparte de pasar sin ser invitada, no se tomaba la libertad de fingir que era su casa. Esperó de pie junto a la sala hasta que le pedí que se sentara y le ofrecí algo de tomar. Regresé con su agua y me senté en el otro sillón.

—Te vistes como vagabundo en tu casa.

—Ya lo dijiste, es mi casa, no saldré a ningún lado.

—Es sábado, deberías salir. Sal conmigo. Iré esta noche a una fiesta cerca de acá, quizás eso te distraiga. Iré con mi novio, pero tú eres supercarismático y todo eso, conseguirás amigos. 

—Sí... la verdad no estoy muy festivo que digamos.

—Ese es el punto de una fiesta: quitarte el mal humor.

Beth se quitó la chaqueta negra y noté que tenía la frente perlada en sudor; el día afuera estaba muy soleado y era de suponer que llegó caminando. En varios años ella había ido poco a mi casa, pero al igual que yo con la suya, conocía el camino al derecho y al revés. Beth no era precisamente una amiga apegada de esas que están contigo el cien por ciento del tiempo, pero era muy leal con quienes quería; no conocía todo en mi vida ni yo en la suya, pero cuando enfermaba pasaba a visitarme, a veces me llevaba los deberes si faltaba a estudiar, estaba pendiente de mí casi tanto como Gris, y yo le correspondía con las mismas atenciones. Beth era distante, pero como amiga apoyaba y eso era más valioso que cualquier cosa. Éramos unidos a su manera. 

—¿Viniste hasta acá para invitarme a una fiesta?

Beth negó.

—Tú sabes de qué vine a hablar. Karma es mi amiga, ¿recuerdas? Ella me cuenta todo.

Blanqueé los ojos y los dejé por un buen rato en la imagen del televisor frente a nosotros. Bien mirado solo con Beth podía hablar al respecto y quizás eso era lo que necesitaba, de todas maneras Karma seguro ya le habría contado que no actué precisamente bien el día anterior cuando me contó de Ray.

—Tú ya lo sabías —acusé sin mirarla—. Lo de Ray.

—Claro que sí. Y no me gusta, por cierto, pero es su vida.

—Me parece injusto que ella deba aceptar eso como si nada.

—No es "como si nada". —Elevé el mentón en su dirección—. No está feliz con eso. Si piensas que Karma celebra el hecho de estar comprometida, estás muy equivocado.

Karma de Estrellas  •TERMINADA•Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu