Capítulo 18

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–¿Cuánto ha pasado desde que comencé a caminar? – Se preguntaba el conde Kyujong quitándose el sudor de la frente, caminando casi arrastrando los pies en medio de un páramo, se quitó el pañuelo que le cubría parte de la cara, en un franco arranque de fastidio.

-¡Malditos! – Gritó con los brazos alzados, en una de sus manos el pañuelo que era mecido por una ráfaga de viento– Malditos todos – Repitió esta vez con voz suave, bajó sus manos y la cabeza, atolondrado por el incesante sol.

-~ Ahahahaha~ - Comenzó a reírse y reanudó su camino.

Debido a que el dinero se lo había gastado en cartografías, reportes y hospedaje, la única forma de entrevistarse con el feudal Nam era caminando hasta el reino de los domadores, que en realidad no estaba demasiado lejos pero tomando en cuenta que de seguro su rostro estaba dibujado en panfletos de "se busca", decidió tomar el camino menos vigilado y, por consecuencia, más largo.

Solamente estaba seguro de algo, más de un día llevaba en camino porque ya había dormitado en la fría noche, con nada alrededor que le sirviera de escudo contra el clima.

Observó el cielo en busca de la estrella que le servía de brújula para su destino, aún seguía en el camino correcto y ahora sentía tan seca y rasposa su garganta que hubiese arrancado la mano de quien fuese que tuviese un poco de agua. Cayó de rodillas exhausto observando lo que le faltaba recorrer.

-Malditas– Susurró con el viento, pensando en Moon y Kim las perpetradoras de todas sus desgracias. Con seña de disgusto nuevas energías le llegaron, pensando en cómo acabaría con esas dos.

-Esperen… ya verán– Continuó con ímpetu y la noche le llegó, solo se detuvo a recuperar el aliento, su estómago resintiendo la falta de alimento, de agua, su piel resquebrajada en otras palabras estaba jodido… Pero tenía una meta.

Y la alcanzó, después de alucinaciones y a punto de perder la razón llegó a la entrada sureste del reino de los domadores, afortunadamente las regiones fronterizas contaban con bebederos para los inmigrantes, corrió apresurado hasta las tarjas más bien destinadas para animales de carga y se tiró en el agua mientras que a dos manos saciaba su sed para después lavarse la cara y el cabello, exhaló aliviado y observó los alrededores nadie a la vista.

Debía ser una señal de los dioses, estaban de su lado.

Se quitó la camisa y pantalón y terminó de quitarles la suciedad en las piedras machacando las ropas, la exprimió y tendió, después tomó lugar en el piso techado y se dispuso a tomar una pequeña siesta.

Cuando despertó el cielo estaba de tonalidades moradas y sus ropas secas, vistiéndose tuvo un afortunado encuentro con una recién brotada mata de naranjo, con sus energías renovadas pudo conjurar sus poderes para crecer un fruto de dicha planta. Sí, los dioses estaban de su lado.

Eric estaba observando uno de los jardines en su recién adquirida finca, tomando nota de lo que quería quitar y qué pondría en su lugar, posando sus dedos sobre unos rosales los redujo a cenizas.

-Feudal Nam– Le llamó la voz de una persona en la que había perdido interés hace rato ya, esperó un poco más a que el otro de nuevo iniciara la conversación debido a que no sabía a qué atenerse.

-Han ocurrido eventos muy desafortunados– Continuó la otra persona– y me he visto obligado a dejar todo lo que conseguí atrás, es por eso que estoy aquí, me pongo a tu disposición, a como están las cosas sé que te serviré–

-¿Servirme? – Preguntó en tono neutral –No necesito de tu "ayuda" la última vez no hiciste más que entorpecer mis asuntos-

-Las cosas no salieron adecuadas a lo que planeamos, pero… - Esperó unos segundos y caminó hasta estar a un lado de Eric – Con lo que planeas hacer necesitas manos extras-

La Bestia Y La Domadora [MoonSun] CompletaWhere stories live. Discover now