6

1.9K 228 18
                                    



Jeonghan siguió dedicándose a corromper humanos, pues ese era su trabajo, esperando distraerse del camino que han tomado sus pensamientos últimamente.


Sus hermanos estaban sorprendidos y orgullosos por de repente verlo estar trabajando tan arduamente, pues fastidiaba más a los ángeles que bajaban del cielo, quienes fallaban en sus intentos de proteger almas aun puras.


Sin embargo, solo la frustración embargaba al poderoso demonio.


¿O más bien tenia temor?


Era tan odioso aquello, el tener algún tipo de sentimientos hacia algún humano, tanto una emoción negativa como positiva.


Al inicio cuando empezó a meterse con los primeros humanos, realmente tenía ese pensamiento de que eran unos simples seres que había que dedicarles menor esfuerzo en corromper, como si fueran simios, pero luego entendió que eran seres más complejos.


Llamaban su atención de diferentes maneras, provocándole de toda la gama de emociones que podían sacar de su inestable ser. Al menos sofocaba de inmediato la ira, pues sentía que no valía la pena perder la paciencia por seres que morirían en tan poco tiempo.


Lamentablemente, cuando ese sentimiento era de deseo, atracción y cariño, eso que calmaba su odio sobre las vidas cortas que tenían los humanos, se transformaba en agonía ante lo que los humanos veían como algo positivo y bueno como es el amor.


Debido a eso, odiaba cuando se preocupaba de un humano.


Este en particular le provocaba tantas cosas que no podía dejar de pensar en él. Estaba tan estúpidamente atraído por ese niño.


Intento negarlo, evitarlo, pero cuando hacía uso de su pereza acababa soñando con Joshua, si aplicaba la lujuria, se lo imaginaba a él en lugar al ser humano que caía bajo sus dulces mentiras, provocándoles ira y envidia al pronunciar ese nombre en vez del de ellos que olvidaba al momento de placer.


Era tan jodidamente frustrante.


Ver algo tan simple como un conejo, le recordaba de ese adorable humano que al crecer se volvió tan atractivamente atrevido.


Odiaba tanto ese sentimiento que lo volvía estúpido.


Estaba perdido.


Vagando por el infierno vio llegar a Lucifer, quien se quito su impecable traje para luego dirigirse a comer algo, probablemente arroz. Lo siguió para comer algo también y preguntar algo que desde hace mucho rondaba por su cabeza.


- Hey, Hannie – Saludo con una hermosa sonrisa. Quizás todos los ángeles confiaban en él por su apariencia tan absurdamente adorable, quedando muy confundidos al ser este de quien nació la ambición y deslealtad a Dios.


- Hola Woozi, ¿En que andabas? – Tomo una fuente que lleno con variadas berries, deleitándose con sus deliciosos sabores. Vio al de baja estatura agarrar efectivamente un montón de arroz blanco ya cocinado, comiéndolo como si de un manjar se tratara.

¿Puedes jugar conmigo? (JIHAN)Where stories live. Discover now