uno; noticias sujetas por un delgado hilo.

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Debería de estar trabajando en estos momentos, ¿qué hacía él merodeando por los apaisados pasillos de una preparatoria? Hace bastante tiempo que no pisaba lugares tan concurridos por estudiantes.

La preparatoria tenía una amplitud extraordinaria, tal vez porque estaba localizada en el centro de la ciudad y las personas odiaban el transporte público, viajar unos cuantos kilómetros resultaba extenuante. Los salones de clase parecían estar demasiado pegados entre sí, al igual que esos pequeños y oxidados rectángulos en estado de descarapelación, Jungkook atinó al pensar que ahí guardaban sus nueve libros (o más) y cosas personales.

Tocaba con sus dedos cada objeto suelto que se encontraba por el camino (no pegado a la pared), algo curioso buscando la palabra Dirección. Tenía el tiempo suficiente para encontrarla. La campana había sonado hace diez minutos atrás, bueno, eso fue lo que le dijo un conserje cansado y a la defensiva, quizás porque solía ser molestado por los mismos estudiantes. Él, algo áspero, le señaló la trayectoria que debía seguir para llegar hasta las oficinas principales, Jungkook entendió con la primera explicación pero después de haber caminado unos cuantos pasos se cuestionó si sería su izquierda o la del trabajador.

Cuando finalmente logró encontrar lo que buscaba, palpó con timidez la fría madera de la puerta. El adelante no tardó en escucharse.

Jungkook giró el pomo con sumo cuidado, entrando lentamente a la oficina. Un hombre que rondaba en sus cincuenta años levantó su vista para enfocarla en el desconocido.

—¿Se le ofrece algo, Señor...? —El saludo quedó inconcluso puesto que era la primera vez que Jungkook entraba a ese lugar y a todas las extensiones que lo conformaban.

—Jeon, Jeon Jungkook. —Completó Jungkook, sonriendo humilde.

Sin cuestionarse antes, Jungkook descansó su cuerpo en una acolchonada y cómoda silla frente al escritorio de la, posiblemente, mayor autoridad.

—Bueno, soy el Director Choi. —Se presentó el mayor entrelazando sus dedos y apoyándose hacia adelante, miraba curioso a Jungkook. —¿Qué lo trae a esta institución, Señor Jeon?

Jungkook carraspeó.

—Vengo a dejarle un mensaje a mi sobrino.

Jungkook no tenía ningún sobrino, era hijo único al igual que sus primos, tampoco sabía que sus conocidos tuvieran vástagos pubertos en preparatoria, además pertenecía a la generación actual, sería tío en unos veinte años más.

Se las ingenió antes de entrar.

—¿Quién es su sobrino?

He aquí el problema, sólo recordaba el apellido del chico, el nombre se había esfumado tal cual ligera ola de aire.

—Se apellida Kim.

El hombre alzó un ceja. —¿Kim? Aquí hay muchos chicos que se apellidan así, deme el nombre, Señor Jeon. —Pidió amablemente.

Estaba seguro que su nombre empezaba con la letra T. Creó un pequeño flashback, retrocediendo el tiempo dos meses. Una corta presentación, tragos, cama, desnudos, sonrisa arrugada, Kim Tayon, Kim Taeyung, ¡Kim Taehyung!, por supuesto.

—Kim Taehyung. —Aseguró.

—Oh, Kim Taehyung, buen chico. —Jungkook juró escuchar un chirrido proveniente de la boca del Director, no obstante, continuó— ¿Qué mensaje quiere dejarle a Kim?

Iría al punto, claro, pero al principio adoptó ser el tío de Kim Taehyung. Las respuestas quedaron en la punta de su lengua, saldrían en unas horas más.

—Dígale que Jeon Jungkook lo estará esperando en el estacionamiento, uhm. —Pensó.— Mi auto es un Mercedes blanco, pero supongo que él ya lo sabe porque soy su tío.

Era malo con las mentiras.

Desconfiado, el hombre aceptó y Jungkook no tardó en retirarse de la oficina e ir hasta su auto. Estuvo cerca de descubrirse él mismo, al final se puso nervioso, no quería levantar sospechas, tampoco era una especie de criminal. Es tan común escuchar que niños son secuestrados por personas que se hacen pasar por sus familiares, los sacan de sus respectivas clases y jamás vuelven a saber de ellos. La semana pasada, una niña de cuatro años desapareció, pero eso sucedía con los pequeños o se tendría que ser lo suficientemente estúpido para que también sucediera en escuelas preparatorias donde los estudiantes tenían entre quince y diecisiete años.

Jungkook se subió al auto y esperó las siguientes siete horas. Rezaba para que el mensaje fuera entregado y Taehyung obedeciera, yendo hasta donde se le había citado. Aún conservaba granitos de fé para que aquello sucediera, si así fuera, se le facilitaría anunciar la noticia.

Aburrido, comenzó a responder mensajes. Uno de Jimin preguntándole cómo estaba, Jungkook sólo se limitó en responder un corto Bien. Otro era de NamJoon, quien como buen líder le pidió investigar cosas relacionadas con su trabajo, el texto era largo así que no terminó de leerlo, siguió bajando la bandeja de mensajes hasta que bloqueó la pantalla de su teléfono celular y cerró sus ojos.

Aún no estaba preparado mentalmente para lo siguiente que se vendría, nadie lo sabía, ni sus mejores amigos, los cuales se preocupaban por su bienestar y eran tan unidos, la traición transpiraba el reducido lugar, asfixiándolo. Oh no, un ataque de pánico. Asustado, trató de bajar los vidrios polarizados del auto pero un grácil y desconocido toque a su derecha lo sobresaltó.

Ahí estaba Taehyung, la correa de la mochila colgaba sobre sus hombros.

Jungkook finalmente logró bajar los vidrios y se recompuso.

—Sube al auto, Taehyung. —Habló demandante. Tendría que haber sido más suave, pero el adulto era él.

Taehyung sonrió burlón.

—¿Por qué lo haría? Usted podría ser un secuestrador. —La ligera e inofensiva mofa rodea toda la oración.

—Tú sabes quien soy, niño, obedece o me voy. —Masculló rodando los grandes orbes de color avellana, un poco brillantes por el sol.

Despreocupado, Taehyung sube al auto. Bien, admite que eso le sorprendió, quizás, en otra dimensión él si podría haber sido un secuestrador y Taehyung caería en las redes blancas. Adolescentes, no tienen la suficiente precaución.

Prendió el auto y emprende rumbo a ningún lugar fijo, sólo conduciría por toda la ciudad y soltaría la noticia, en su mente sonaba fácil.

Varios minutos fueron los que pasaron e inundaban la atmósfera con un extraño e incómodo silencio. Ninguno decía nada hasta que Taehyung decidió hablar, su mirada puesta sobre el conductor.

—¿Para qué ha querido verme? —La grave voz de Taehyung pregunta curiosa.

Jungkook parpadea.

—Uhm, Taehyung, ¿t-tú me recuerdas, verdad? —El menor asiente confundido. —¿También recuerdas cuando ambos nos alejamos de todos, y-yo, tú, y-yo me...?

Taehyung lo interrumpe molesto.

—Señor, si viene a darme clases de eduación sexual, quiero que...

—Estoy embarazado, Taehyung.

El estudiante se queda aturdido algunos segundos.

—¿Felicidades? Mire, no sé porque me dice esto a mi. —Rasca suavemente su cuello.

—Estoy embarazado, y. —Respira hondo, —es tuyo.

Y lo siguiente que pasó fue un Jungkook frenando inesperadamente el auto porque Taehyung abrió la puerta y se tiró por esta, quedando tendido sobre el pavimento.

baby. Where stories live. Discover now