trece; serán kim

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Las manecillas del reloj colgado a la pared parecían estar avanzando tan lento que Taehyung comenzó a arrancarse los pocos vellos fáciles de su escasa barba.

Sus hijos nacieron hace dos horas, grabó el momento exacto cuando sacaron a ambos niños del cuerpo de Jungkook y después fue arrojado afuera de la sala para darle la debida atención a sus tres chicos.

Aunque no sabía el estado de Jungkook aún, había sido avisado que sus pequeños nacieron en perfectas condiciones y con un peso mayor a los cuatro kilogramos. Taehyung quería morirse cuando se enteró de aquello. Jungkook fue lo suficientemente valiente para cargar a dos gordos bebés que seguramente ya estaban siendo alimentados por él.

Se encontraba sentado en un sillón de cuero. Su madre permanecía al lado suyo, contenta y aplaudiendo con entusiasmo. Aunque apenas tenía 36 años y aún es muy joven para ser abuela, ella ofreció su ayuda para cuidar al par. Taehyung aceptaría puesto que su madre tenía experiencia con los bebés.

Pasó una hora más e iba a levantarse del asiento pero llegó una joven enfermera a informales que ya podían pasar a la habitación.

Taeyeon le dijo a Taehyung que él ingresara primero porque era el padre y veía en su retoño inquietud por conocerlos.

Taehyung siguió a la enfermera. Avanzaron algunos pasos pasos hasta que se detuvieron en la placa 35. La mujer le dio un leve asentimiento para que entrase y se marchó.

Taehyung tomó la manija, giró y abrió un poco la puerta, asomando su cabeza y observó.

Jungkook sostenía a ambos bebés en su brazo mientras los mecía y cantaba una dulce melodía.

—¿Puedo pasar —Taehyung susurró, temía despertarlos.

Jungkook levantó su vista y sonrió de lado.

—Por supuesto, Tae.

Las manos de Taehyung sudaban de la emoción y grande fue su sorpresa cuando llegó hasta ellos y vio a los seres más hermosos de toda su vida.

—Son preciosos, ¿verdad? —preguntó anonado Jungkook.

Taehyung asintió. Su labio inferior temblaba.

—Aunque he estado pensando y ya no quiero que se llamen de aquella manera.

—¿Y qué sugieres? —Taehyung no despegó ningún segundo la vista de sus hijos.

—El de la manta verde se llamará SooBin —anunció contento.

—¿Y el otro?

—Taehyung.

El menor miró a Jungkook.

—¿Qué pasa?

—Así se llamará, Taehyung. Kim SooBin y Kim Taehyung.

Taehyung asintió contento y no dudo dejar un pequeño beso en las mejilla de Jungkook.

—Gracias, Kook... esto, simplemente soy el hombre más feliz.

Y Taehyung jamás había sido tan sincero.

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