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 Existían 2 cosas que detestaba: la primera el café frío en un día de lluvia y la segunda la impuntualidad.

Aquel día aquellas dos cosas se habían juntado para ponerla de un humor terrible. No solo estaba el hecho de que el café que había pedido se le había servido frío, sino que después de una pequeña discusión con el mesero y después de casi quince minutos su nuevo café aún no estaba entre sus manos. Ah, pero ahí no terminaba todo, su agente la había citado en aquella horrorosa cafetería hacia veinte minutos y no habían señales de ella.

― Lo siento, lo siento sabes que cuando llueve el transito es caótico ― entraba una mujer bastante agitada con un enorme paraguas negro

― He esperado por veinte minutos Nancy ― respondió fastidiada

― Ni que fuera el fin del mundo ― le contesto sentándose frente a ella y bebiendo rápidamente un poco del café ― está frío pide que nos traigan otro

― Ya lo hice, pero el incompetente del mesero aun no hace nada ― dijo elevando un poco la voz lo que provoco que los clientes guardaran un poco de silencio al observar a la chica.

― Alai ― suspiró ― lamento el retraso, sé que odias que sea impuntual, pero de verdad me fue imposible llegar.

― Como sea, ahora dime porque me citaste aquí ― Estaba desesperada, la llamada de Nancy solo podía significar que al fin había encontrado algo para ella.

―Sé que estos meses han sido difíciles ― comenzó diciendo Nancy manteniendo su mirada sobre aquel café frío ― pero debes entender que no todo es fácil en esta industria, aunque he tratado de conseguirte buenos papeles las cosas simplemente no han resultado.

― Dime algo que no sepa ―murmuraba de mal humor.

― Sé que estamos pasando por un mal momento, pero te pido paciencia, estoy trabajando duro y creo que finalmente encontré algo que puede ayudarte.

― ¿De qué se trata?

― Tengo una cita en una hora cerca de aquí, es una vieja amiga de la universidad y me comentó que está trabajando con una productora independiente en algunos proyectos, quizás haya algo para ti.

― Vaya eso bueno ¿verdad? ― decía tratando de no mantener muchas esperanzas.

― Lo es, por eso te pido tranquilidad, deja que me encargue del resto y confía en mí.

Claro que confiaba en Nancy, había sido como una segunda madre para ella, además había sido ella quien le había conseguido aquel papel en esa serie, Nancy sabía lo que hacía, sin embargo, los últimos meses todo se había tornado demasiado difícil.

Aquella primera gran oportunidad había sido todo lo que siempre deseo. A los siete años su madre la había inscrito en clases de actuación, para los ocho años ya había participado en varios comerciales y cameos de algunas series así que en un afán de querer ayudarla su madre había decidido mudarse a Los Ángeles. No paso mucho tiempo para que formara parte de programas infantiles y juveniles, sin embargo eran papeles pequeños, nada de más de dos o tres episodios, pero aquello estaba bien Alai sentía que de a poco iba a triunfar fue así que a los 18 años había obtenido el papel en la nueva serie policíaca lanzada por la CBS no podía estar más feliz, era uno de los personajes principales y todo parecía finalmente darse de la forma correcta, los primero episodios de la serie tuvieron buena acogida y fue así que una segunda temporada se encargó de inmediato sin embargo aquella había sido la última. Problemas con el presupuesto y algunos actores dieron fin a aquel sueño.

Alai pensaba que ese era su punto de partida para encontrar nuevas oportunidades y así parecía, tenía castings casi a diario, pero muy pocas personas volvían a llamar.

Jardín de MargaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora