Capítulo 22: Par de tontos

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El club de los cobardes no me sacaría de mis problemas y estaba segura de que a la semana lo eliminaría cansada del bombardeo de mensajes que se acumulaban, como cualquier otro grupo, pero al menos me había servido para distraerme el fin de semana

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El club de los cobardes no me sacaría de mis problemas y estaba segura de que a la semana lo eliminaría cansada del bombardeo de mensajes que se acumulaban, como cualquier otro grupo, pero al menos me había servido para distraerme el fin de semana.

Perdí un par de horas del sábado y domingo tonteando entre la vida de los otros seis integrantes que padecían el mismo mal que yo. Éramos unos cobardes en toda la extensión de la palabra, pero les sobraba diversión por lo que me fue fácil dejarme envolver en ese mundo virtual.

Tanto que el golpe a la realidad fue duro de asimilar.

Era una mañana de martes cuando llegué a la oficina de Dulce para pedirle me prestara su impresora. Carlota estaba exigiéndome un reporte como si su vida fuera a perderse sin él. La mía parecía saberlo porque no estaba poniendo de su parte. Ella me pidió un segundo mientras atendía una llamada y yo esperé en silencio a su costado. 

La vi soltar un enorme suspiro al colgar el teléfono.

—¿Pasa algo? No te ves bien.

—Nada... Bueno, sí es algo —cambió de opinión—, pero no sé si deba decírtelo porque te vas a enfadar. Mucho.

—¿Qué sucedió?

—Respira —me pidió. La lucha consigo misma sobre si confesármelo había durado un segundo—. Es sobre Nora.

—¿Está bien?

—Sí, sí. Más o menos. Ya está mejor. Tuvo un problema con su marido —me contó en un susurro. Asentí porque no veía lo grave en eso. Todos los matrimonios tenían dificultades. Dulce esperó mi reacción, pero al no hallar nada sorprendente añadió como si acabara de recordarlo—: Un problema grande. Están en la policía.

—¿Qué?

—No sé cómo decirlo. Ella no está ahí —me informó enseguida—. Fue a denunciarlo porque la agredió... Te dije que ibas a molestarte —mencionó cuando me vio buscar una palabra que la ira había atorado en mi garganta—. Y eso no es lo peor de todo. Cuando te diga lo que quiere hacer Joel vas a querer morirte. Me ha obligado a llamarla para amenazarla, si mañana no se presenta va a darla de baja, usará su clásica excusa de tres faltas seguidas...

El club de los cobardesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora