Capítulo 39: Una tarde de compras

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Suspiré mientras bajaba las escaleras

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Suspiré mientras bajaba las escaleras. Mantuve la espalda erguida en mi deceso, intentando convencerme de que era una mujer determinada y no una niña asustada que temía enfrentarse a sus padres.

Observé a papá leer el periódico en la sala. Abrí la boca para hablarle, pero me arrepentí de última hora desviándome a la cocina. Empujé la puerta, ahí estaba mi madre ocupada en su laptop. No despegó los ojos de la pantalla cuando me escuchó, siguió atenta en su trabajo. Me pesó distraerla, incluso consideré no hacerlo, mas temí después no lograra juntar el valor. Permanecí de pie esperando que me notara.

—Miriam —me saludó al percatarse de mi presencia. Un leve vistazo antes de volver a lo suyo.

—Mamá, ¿estás ocupada? —le pregunté acomodando mis gafas. Ella negó—. Quería hablar contigo y con papá de algo importante.

—Bien, entonces llámalo para que venga —me pidió, con un resoplido, sin prestarme atención.

Asentí deprisa. Escapé de esa habitación para ir a buscarlo, lo hallé rápido porque seguía en el mismo sitio.

—Papá. —Al oír mi llamado buscó mi mirada. Mis nervios aumentaron por su interés—. Quería hablar con ustedes.

—¿Te pasó algo malo? —se alarmó. Quise decirle que no, pero él se levantó—. Dime, Miriam, ¿qué sucedió?

—Nada —lo tranquilicé porque me ponía más inquieta—. Solo quiero charlar, mamá nos espera.

La noticia no le agradó, mas no protestó. Me acompañó hasta donde estaba. Evitaron formalismo, se ahorraron el saludo, mamá ocupada en su trabajo, él fingiendo que no la había notado aunque estaba sentada junto a ella. Tomé un respiro.

—Vamos, Miriam —me apuró papá que era impaciente. Mamá frunció el ceño, molesta.

—Voy a irme para vivir sola —escupí, adelantándome a su discusión. Los dos abrieron los ojos, alarmados. «Bien, quizás no debí decirlo así»—. Rentaré un departamento para mí —reformulé, intentando sonara mejor.

—¿Qué? ¿Por qué? —me interrogó mamá, cerrando su computadora. «Oh, no, era mejor cuando estaba atenta a otras cosas».

—Pues... Me haría bien independizarme. Ya tengo edad para vivir sola...

El club de los cobardesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora