XIV

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 XIV

~☤~

Habían pasado ya cuatro horas desde que me encontraba acostada, sin poder pegar un ojo

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Habían pasado ya cuatro horas desde que me encontraba acostada, sin poder pegar un ojo. Eran las 2 am, y ya había escuchado las 235 canciones de mi playlist, había leído hasta cansarme y escrito poemas que eran dedicados para una sola persona: Dylan. Ellos hablaban de lo mucho que lo quería, pero también el daño que me hacía tenerlo cerca. Tal vez en algún momento, podría compartirlos con él.
Francamente, estaba dispuesta a perder mi dignidad y mi orgullo por él. Quería bajar a la sala, verlo allí y pedirle unos minutos para poder decirle todo. Claro que sería raro que Dylan y yo estuviésemos solos hablando, así que quité esa idea de mi cabeza si no quería que Mike lo echara de la casa. Pensé unos segundos para llegar a la conclusión de que podría hablar con él en la madrugada, cuando todos estuvieran dormidos y alcoholizados a tal punto de ni siquiera poder ponerse de pie. Aunque corría el riesgo de que Dylan también lo estuviera.
Al escuchar pasos que se dirigían a la habitación de mi hermano, me metí entre las sábanas y cerré los ojos simulando que dormía por si Mike entraba a mi cuarto. Por suerte, no lo hizo. Perfecto, todos se iban a dormir.
Después de una media hora, dejé de escuchar voces y supuse que todos estaban en el quinto sueño. Fue cuando pasé por el cuarto de Mike, que al parecer había olvidado cerrar la puerta, y vi a sus amigos durmiendo. Pero me llevé una sorpresa, Dylan no estaba allí.
Había sólo dos colchones en el suelo, y mi hermano durmiendo en la cama. ¿Dónde estaba Dylan? ¿Se había ido? Bajé las escaleras rápidamente, y abrí la puerta de la sala. Su moto no se hallaba ahí. La maldita suerte no estaba de mi lado.
Supuse que se había ido a su casa, es decir, ¿dónde más estaría? No creía que había  salido, porque si así fuera, entonces irían también Mike, Connor y James. Además, afuera estaba lloviendo torrencialmente, y nadie querría salir con ese clima. Sí, sin duda estaba en su casa, y yo estaba a punto de cometer la locura más grande de mi vida.
Conducir el auto de Mike hasta la casa de Dylan.
No tenía licencia, sin embargo, sé conducirlo. Había tomado clases junto a mi hermano, y mi padre también me había enseñado un poco. Además, las llaves estaban sobre la mesada. "Gracias Mike", susurré, antes de tomarlas.
Me había puesto nerviosa al tomar el volante. Siempre pensé que conducir por la calle sería increíble, y aunque lo sea, debo admitir que me aterra. Por suerte, eran sólo unas siete cuadras, y se encontraban desoladas por la hora, aunque las calles estaban húmedas, y tenía activado el limpiaparabrisas por las gotas que caían en el vidrio. Eran las 3 am, y sinceramente, tenía miedo de que un demonio apareciera detrás mío.
Entonces llegué. Me encontraba frente a la casa de Dylan McCuller, ese chico que jamás soporté, intentando decirle lo mucho que lo quería. Vacilé al bajar del auto, y quedé mirando la puerta unos segundos, dubitativa por hacerlo o no, sin darme cuenta de que estaba mojándome. "Hazlo", me dijo mi mente. Le hice caso.
Golpeé la puerta dos veces, y después de eso me di cuenta de que tenía timbre. Me reí para mí misma por lo distraída que estaba, y timbré. Luego de unos minutos, nadie salió. Seguramente Dylan se encontraba durmiendo, y yo como una loca golpeando su puerta y presionando el timbre a las 3 am. Tal vez debería haber pensado en esa opción antes de conducir hasta aquí.
Me fui alejando de espaldas a la puerta, un poco fastidiada de mí misma y con velocidad para no mojarme mas de lo que ya estaba. ¿A quién se le ocurre visitar a alguien a la madrugada? Ah, cierto, a mí. Cuando me encontraba buscando las llaves del auto en mi bolsillo, escuché el rechino de una puerta de madera.
—¿Claire? —preguntó una voz.
Dylan permanecía parado en la puerta, con el cabello despeinado y una camiseta negra arrugada. Estaba segura de que había estado durmiendo, pero al parecer mis timbrazos lo despertaron. Se sobresaltó al verme, fue como si hubiera visto un fantasma o algo parecido. Se lo notaba nervioso e inquieto, como si estuviera ocultando algo. Miraba hacia adentro intranquilo, y rápidamente volvía la vista hacia mí.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, acercándose a mí a medida que yo me acercaba a él.
Respiré hondo, sentía mi corazón latiendo muy rápido, pero tomé coraje y comencé a decir:
—Quería hablar cont... —pero alguien me interrumpió.
Sarah salía de la puerta de la casa de Dylan, despeinada y con apenas una remera que supuse era de él. Quedé impresionada, y miré a Dylan, sin disimular lo dolida que estaba. Sarah lanzó una carcajada sarcástica y me guiñó el ojo. Mis ojos ya estaban cristalizados, sólo pude mirar a Dylan y negar con la cabeza como diciendo "¿que acabas de hacer?".
Mi corazón estaba roto en miles de pedazos. Él me había dicho que me quería, ¿y ahora llevaba a Sarah a su cama?
—Claire... —susurró, y se me acercó, pero ya era tarde.
Me subí al auto, y conduje sin rumbo alguno. Vi a Dylan y a Sarah por el espejo retrovisor, pero luego dirigí mi vista a la carretera. ¿Cómo pude ser tan estúpida? Era obvio que él no me quería, que todo lo que dijo fue para que durmiera con él. Dios, ¿cómo demonios caí en su maldito juego? ¿Cómo llegué a enamorarme del chico más mujeriego de la escuela?
La verdad era, que en este momento, los sentimientos que tenía hacia él parecían haberse esfumado en el aire.
Fui secándome las lágrimas en el camino, y me pregunté "¿En serio voy a dejar que el idiota, engreído y mujeriego mejor amigo de mi hermano me haga sufrir?". No. Si él podía decir que me quería y luego dormir con su ex novia, ¿por qué yo no podía estar con otro para que supiera que no es tan importante para mí como cree? No, Dylan, no estaré tras de ti como un perro faldero. No dejaré que tengas el privilegio de romperme el corazón.
Yo también puedo jugar a este juego, Dylan McCuller.

Estúpidamente Perfecto © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora