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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 XX

~☤~

Ya sentía las lágrimas caer por mi mejilla, que se iban mezclando con la lluvia que hacía un rato había comenzado

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Ya sentía las lágrimas caer por mi mejilla, que se iban mezclando con la lluvia que hacía un rato había comenzado. No podía creer que había lastimado tanto a James, no pensaba que causaría eso. Nunca fue mi intención hacerlo.
Me sentía una persona horrible. ¿Cómo se me cruzó por la cabeza utilizarlo para olvidar a Dylan? Eso traería consecuencias, y ahora las estoy pagando.
Intenté que se quedara unos minutos más conmigo para poder aclarar todo, pero ni siquiera me dirigió la palabra. Sólo se fue, dejándome sola en medio de Central Park, con una horrible angustia y sensación en el pecho que lo único que significaba, era que lo había perdido. ¿Y todo por qué? Por estar enamorada de un idiota, que me demuestra que me quiere, y luego se contradice con sus propias acciones.
Tenía la ropa empapada cuando por fin llegué a casa. Quise disimular mis ojos hinchados para que Mike no supiera que había estado llorando, pero sabía que terminaría rompiendo en llanto de nuevo. Quería subir a mi cuarto apenas abriera la puerta, sin tener que darle explicaciones a mi hermano ni tener que lidiar con él. Sin embargo, al no ver su auto estacionado en la entrada, supe que no se encontraba en casa. Quizás quería despejarse y salir con sus amigos... Bueno, sólo con Connor, el único que no "ha dormido con su hermanita".
Estaba distraída al cerrar la puerta, y no me había dado cuenta de que no estaba sola en casa como pensé que lo estaría. Aunque no era Mike. Un chico de más o menos 1,85, con cabello castaño, ojos azules, y cuerpo robusto, me miraba con los brazos cruzados al verme pasar a la sala. Su mirada era tierna, pero a la vez, vacía e inexpresiva. Estaba casi tan mojado como yo, así que supe que la lluvia también lo había empapado. Su cabello estaba totalmente despeinado, sus ojos hinchados, y debajo de ellos colgaban unas grandes ojeras que sólo demostraban lo agotado que estaba. Parecía no haber dormido en todo el día.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté lo más calmada posible, tratando de ocultar lo nerviosa que estaba al tener a Dylan enfrente de mis ojos.
—Necesitaba hablar contigo —dijo, y se fue acercando lentamente hacia mí hasta quedar a unos centímetros de distancia—. No he dejado de pensar en ti, quería verte.
La luces de la casa estaban apagadas, excepto la de la cocina que iluminaba apenas un poco. Los ojos de Dylan brillaban con tan sólo esa luz, y fue entonces cuando me di cuenta de que no era brillo, sino lágrimas. Estaban cristalizados.
—Yo no quería verte —respondí, y me di cuenta de que soné muy fría, cosa que no me importaba—. Vete, no tienes nada qué hacer aquí.
—Sí que lo tengo —respondió en un susurro, rogándome con la mirada que le diera unos segundos más—. Me hace falta aclarar todo contigo —se quedó callado, para luego seguir—: Me haces falta.
Era imposible ocultar mis sentimientos en ese preciso momento. Quería que se fuera, porque estaba segura de que terminaría perdonándolo por sus tiernas palabras que siempre logran convencerme. Entonces, decidí decirle:
—¿En serio lo dices? —fruncí el ceño en señal de ironía—, ¿Intentas hacerme sufrir estando con otras mujeres, y vienes a decirme que te hago falta?
—He sido un idiota, ¿sí? —dijo, y después miró hacia el techo con las manos en la nuca, luego volvió la vista hacia mí—. Escúchame —continuó, y me tomó las manos, que rápidamente aparté—, he hablado con tu hermano —mi cara solo decía lo confundida que estaba—. Fui sincero con él, y le dije que te quería de verdad. Lo convencí de venir a verte, aprovechando que él no estaría aquí.
Me quedé boquiabierta, ¿en serio Dylan había hecho eso?
—Él fue a verme —siguió—, y no pude ocultárselo. Te quiero Claire, y por más que intente dejar de hacerlo, mi amor por ti aumenta cada vez que niego lo que siento. Y eso está matándome.
—¿Pretendes que te crea? —pregunté, acercándome un poco más hacia él, para hacerle frente—. Ambos sabemos que no tienes idea de lo que quieres —él quiso responder, pero lo interrumpí—, más que nada, porque hace unos días ni siquiera me dirigías la palabra.
Me di cuenta que Dylan estuvo mirando mis labios todo este tiempo, y desviando la vista hacia mis ojos ligeramente, así que tomé distancia.
—¿Cómo se suponía que iba a olvidarte si no lo hacía? —murmuró—. Olvídalo, aún así no funcionó —suspiró—. Sigo loco por ti.
"Cállate", intenté decir, pero no pude modular las palabras. La mirada triste de Dylan me transmitía angustia, y aunque quisiera perdonarlo, aún estaba furiosa con él por haberle dicho a toda la preparatoria que James y yo estábamos saliendo.
—No te importó hacerme quedar como una zorra que durmió con dos de los amigos de su hermano delante todo Dalton, diciendo que estaba saliendo con James —dije entre dientes—. Era un secreto, y lo sabías.
Él expresó una mueca de desconcierto en su rostro, y preguntó:
—¿De qué estás hablando?
Lancé una carcajada sarcástica, y respondí:
—Sabes muy bien de lo que estoy hablando —entrecerré los ojos, desafiante—. No podías soportar que una chica se negara ante ti, ¿cierto? ¡Debías arruinarla de alguna forma! —dije, con un tono más alto—. Eres un maldito egoísta —susurré, intentando tranquilizarme.
—Claire —murmuró, alzando una ceja, y acercándose de nuevo para volver a quedar a unos centímetros delante de mí—, sí, estaba muerto de celos —su voz era ronca, y el hecho de sentir su respiración sobre mi nariz me ponía nerviosa—, pero yo jamás haría algo que sabía, te dolería.
—Has hecho lo imposible por hacerme sentir mal —respondí—, ¿esperas que crea en lo que dices?
—Mira, Claire —dijo, comenzando una explicación—. He intentado odiarte desde que vi cómo James te besó enfrente de mí, y aunque tuviera muchísimas ganas de arruinar lo suyo, no iba a hacerlo. Porque sin mí, te veías feliz. Y admito, que te he hecho llorar más veces de las que te he hecho reír.
Ahora mis lágrimas no salían por la misma razón que antes. Hacía un rato, eran por James, pero en este momento, Dylan era la causa. Sus palabras, su mirada, sus lamentos, cada acción que estaba realizando en aquel instante. Estaba completamente confundida, no creía en él, pero me estaba convenciendo.
—Él lo hizo —dijo, esperando una respuesta de mi parte—. James fue quién le contó a toda la preparatoria que estaban saliendo.
Negué varias veces con la cabeza. Quizás era verdad que él no había dicho nada acerca de lo que ocurría entre James y yo, ¿pero decir que James lo había hecho?
—¿Me crees estúpida? —pregunté, colocando las manos sobre mi cintura.
—¿Quién más sería si no? —interrogó, volviendo a su frase anterior—. Piénsalo, James estaba loco por estar contigo, y supongo que cuando por fin le dijiste que sí, quería que todo Dalton lo supiera.
Puse mi mano sobre mi boca, sorprendida, pensando en que lo que Dylan decía tenía cierta lógica. ¿En serio James sería capaz de regalarnos de esa manera?
—Claire... —susurró, y cuando quise responder, sentí su palma de la mano acariciando mi nuca, y su respiración acelerada sobre mis labios—. Déjame demostrarte que lo que siento por ti es real.
—Lo dices porque sabes que obtuviste lo que querías —dije, con una voz calmada pero amenazante.
Él alzó una ceja, y levemente movió su cabeza hacia el costado, mirándome extrañado, y en sus suaves labios, se formó una media sonrisa.
—¿Y qué era lo que quería? —murmuró.
Sentía mi corazón latir con fuerza y rapidez, demostrando lo nerviosa que estaba al tenerlo así de cerca, y hablándome de una manera tan seductora y a la vez, tierna.
"Tenerme a tus pies", pensé, pero no iba a decírselo. Lo único que lograría si lo hacía, era que él ganara, y no quería que sea un juego fácil para él. Si en serio me quería, tenía que demostrármelo, porque yo no dejaría que me viera como una estúpida enamorada.
—Vete —le dije, empujándolo con brusquedad para que se apartara de mí—. ¿En serio piensas que tus técnicas de seducción lograrán ponerme a tus pies? —me acerqué un poco más hacia él para hacerle frente—. Escúchame, idiota —le dije, colocando mi dedo índice sobre su pecho—, no sé quién crees que soy, pero yo no soy una perra que caerá rendida a tus pies por tus malditas palabras "tiernas" y tus malditas provocaciones.
Dylan lanzó una media sonrisa de lástima, y asintió sin decir una palabra. Pensé que comenzaría con sus objeciones, y sus intentos de convencerme de que me quería de verdad. Pero no fue así. Él simplemente tomó distancia, y rodeándome por el costado, se dirigió a la puerta. Había un profundo silencio en la casa, y lo único que se escuchaba eran nuestras respiraciones. La mía era inquieta y acelerada, la suya parecía lograr mantener la calma. No podía creer que Dylan no hubiera reaccionado ante lo que le dije, porque conociendo su humor egocéntrico, éste no le permitiría dejar que alguien lo callara.
Abrió la puerta ligeramente, y antes de salir, se quedó inmóvil viéndola. Después de unos segundos, se dio la vuelta. Tenía los puños apretados, al igual que sus labios, y supe que me diría algo.
—Claire —respiró hondo, y colocó la lengua sobre su labio inferior—, debes saber que este idiota... —me clavó una mirada vacía, y su voz pasó de ser tierna, a ser completamente fría—, está perdidamente enamorado de ti.
Luego de eso, sin esperar respuesta de mi parte, se largó.



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Estúpidamente Perfecto © [TERMINADA]Where stories live. Discover now