• 8; El comienzo de los cuidados paternales.

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No estaba casi diez minutos antes esperando solo por querer ya irse con Potter, más bien no quería estar en la sala común escuchando los murmullos sobre ser un traidor y etc. Le daba igual, pero no quería soltar un vómito de palabras como para que después no pudiese ni dormir tranquilamente. Daba suerte que Blaise le siguiera dirigiendo la palabra normalmente y hasta en la noche anterior le había ayudado a que ponerse para resguardarse del frío de la villa.

Todo casual, solo un conjunto de pantalón negro de vestir, más una camisa blanca acompañada de un abrigo negro que le cubría casi hasta la mitad del rostro. No había elegido mucho lujo, solo era una salida absurda sin sentido.

Además se sentía con sueño como para querer salir tanto que estaba pensando regresar a su dormitorio, dejar que su mejor amigo lo aceptará en su cama para que pudiera dormir a su lado, pues últimamente necesitaba sentir algo o alguien para poder dormir con tranquilidad. También odiaba los demás síntomas que comenzaban a hacerse más notorios conforme pasaban los días.

Solo llevaba mes y medio, las náuseas al igual que los vómitos seguían presentes pero también comenzaba a sentir acidez a cada rato, algo nada agradable porque tenía que aguantarse en silencio para que los demás no girarán a verlo. En eso se agregaba el cansancio y las malditas ganas de querer orinar a cada rato, así que se la había pasado quince minutos en el baño antes de terminar en aquella columna junto a las escaleras principales en espera de Potter. Ni siquiera sabía porque había pensando en orinar, ya quería regresarse a las mazmorras para volver al baño.

Pero también le agradecía a su padrino, le había dado algunas pociones para tomar cuando sintiera esas horrible sensación de vomitar. Con lo demás podía vivir, menos con el vomito. Y pensar que le faltaba casi 7 meses y medio.

—Ahora admiro demasiado a mi madre, pobre de ella —susurró llevándose inconcientemente su diestra hacia su vientre.

Imaginó al pequeño bebé que estaba creciendo dentro suyo, un pequeño o pequeña que no tenía la culpa de nada más que ser suyo. Quizás podría ser un buen padre, educarle como debía de ser o dejarle ser como quisiera. Enseñarle algunas cosas que él no pudo aprender, dejarlo convivir, ser un niño o niña de verdad.

Por lo menos estar exiliado, no le iba a obligar a casarse con alguien que apenas conocía o hacerse cargo de una fortuna familiar y ser igual que Lucius.

Quizás es bebé había sido su salvación.

—Malfoy... —alzó la vista notando que Potter venía bajando las escaleras.

El se separó de la columna y volvió a meter sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo esperando que dijera algo porque no estaba dispuesto a darle los buenos días.

—Eres demasiado puntual, creí que no vendrías.

—Pues aquí estoy, ¿Que esperabas? —alzó sus manos para hacerse notar aunque su mirada se dirigió hacia los que venían bajando detrás del chico— ¿Y ellos que hacen aquí?

—Buenos días para ti también, Malfoy —Ron se detuvo a cierta distancia mientras tomaba de la mano a Hermione.

Y ella saludo con un simple movimiento de cabeza.

—Ellos irán por su lado, no te preocupes por ellos —Harry le extendió el brazo esperando que se apoyará dé él.

Lo ignoró por completo comenzando a avanzar con pasos lentos esperando que lo siguieran aunque iban al mismo sitio donde debían tomar el tren para ir hasta el pueblo. Los escuchaba hablar sobre la clase de Herbologia que no compartían pero se quejaban mientras Granger los regañaba por ser tan descuidados.

Cuando me recuerdes;      [ Harco ]Where stories live. Discover now