Recompensa

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Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue un cielo rojo, tenía un tinte suave extraño que le ponía los pelos de punta, las nubes eran negras como el carbón, la luna... la luna por el contrario brillaba espectralmente, blanca y tan grande que podía ver los cráteres con facilidad.

Nunca la había visto tan cerca... todo el panorama lo hacía estar nervioso, confundido... aterrado.

Se levantó con dificultad sintiendo su cuerpo extraño, pesado... el suelo del lugar era tan negro con las nubes sobre su cabeza, unos cuantos árboles esparcidos por el lugar cambiaban la silueta del cielo rojo, árboles esqueléticos sin hojas y negros como el suelo, no había nadie más en el lugar y la planicie se extendía por kilómetros en todas direcciones.

Se puso de pie mirando de un lado a otro – ¿hola... hay alguien? – preguntó, su voz se extendió por el lugar con un eco estruendoso que lo hizo taparse las orejas.

Lo único que recibió por respuesta fue un aire helado que lo hizo estremecerse, algo bastante extraño teniendo en cuenta que él mismo estaba hecho de viento, miró una vez más hacía todos lados y comenzó a caminar esperando encontrar algo o alguien.

Mientras más caminaba más confundido estaba porque la luna seguía en el mismo punto, los árboles del fondo seguían en el mismo punto.

Lo único que parecía moverse eran las nubes sobre su cabeza, escuchó un extraño chapoteo y regresó a ver hacía el suelo, había pisado una sustancia algo pegajosa de color rojo, pero como ese color y el negro parecían comunes en ese... mundo no le tomó mucha importancia.

Dio un par de pasos y supo que esa sustancia no era algo hecho por el mundo, frente a él había millones de cuerpos contorsionados de todas las maneras posibles.

Unos estaban quemados, otros estaban cortados, con extremidades faltantes o incluso con las entrañas escurriéndose de su estómago, la escena casi lo hace vomitar, si no hubiera aprendido hace mucho que al ser un pirata habría veces en que tendría que ver este tipo de muerte, estaba seguro de que hubiera vomitado.

Camino evitando los cuerpos de un color grisáceo para diferenciarlos del suelo negro, la sangre se pegaba a su ropa y el sonido que se producía cuando la pisaba le ponía los pelos de punta.

Por alguna razón comenzó a respirar con dificultad y se estaba poniendo ansioso, como si esa escena era algo que él mismo había hecho o había sido partícipe para hacerla, el color blanco llamó su atención hacia la izquierda y se dio la vuelta rápidamente.

Con sorpresa miró la bandera de la marina agitándose como si el viento la moviera, pero no había ni una sola brisa.

Caminó lentamente hacía la bandera que estaba incrustada en uno de los cuerpos, pero era muy diferente a todos los otros cuerpos alrededor, lo primero que notó fue el contraste de la sangre roja con la vestimenta verde oscuro del cuerpo.

Cuando estaba a un par de pasos la bandera se movió por el inexistente viento hacía otro lado dejando ver el rostro del cuerpo, una descarga eléctrica recorrió su cuerpo y tuvo que dar un paso atrás de la sorpresa, conocía ese rostro, aunque estuviera más maduro, conocía el pelo verde y el color de sus... de su ojo.

– Zoro – susurró, por primera vez en mucho tiempo el miedo se hizo cargo de su cuerpo, no se había sentido tan asustado desde que Porchemy lo había secuestrado y dado una paliza para que le dijera dónde estaba el tesoro de Ace y Sabo.

Claro que en ese momento era a duras penas un niño, ahora era un adulto, era un pirata.

Su cuerpo comenzó a temblar y retrocedió lentamente, sentía como si se moviera muy rápido el cuerpo sin vida de su segundo al mando se levantaría y... le recriminaría algo, no estaba preocupado por morir, nunca le había preocupado eso, a decir verdad, pero el que sus Nakamas lo culparán por algo... en especial el no ayudarlos a cumplir sus sueños, eso sí que lo aterraba.

D de DestinoWhere stories live. Discover now