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Salieron del bar para ir a la habitación de Kitty. En el camino, Agust no dejó de apretar la pequeña cintura de su acompañante, quien le restregaba su trasero con cada paso que daba, tan solo para provocarlo un poco más. Sin duda, la calentura los había embriagado, pues, cuando subieron al ascensor, el autocontrol de ambos se destrozó y sus labios no tardaron en unirse en un fogoso beso. Se devoraban como animales en lo que el ascensor llegaba al piso más alto del hotel. Agust introdujo su lengua en la cálida cavidad bucal del pelirrosa, logrando causarle algunos gemiditos. Sus partes no dejaban de rozarse y eso intensificaba el tono del acto.

Cuando llegaron al cuarto, ambos se desvistieron rápidamente, sin dejar de verse a los ojos. Sus cuerpos desnudos se llamaban y tuvieron que volver a realizar contacto para contener las llamas de la pasión que se prendía en sus pechos.

—Tómeme de una vez, señor D —le gimió Kitty al oído. El rubio apretó el trasero de su acompañante con firmeza y, posteriormente, lo empujó sobre la cama.

—Si eso quieres, zorrita, lo haré —le contestó, mientras le sujetaba ambas muñecas, para luego llevarlas sobre su cabeza.

Entonces, se introdujo lentamente en Kitty, a quien se le aguaron los ojos por el pequeño dolor que generaba. Sin embargo, sonrió inmediatamente después, al sentir un rítmico vaivén que lo embestía deliciosamente. Tenía que admitir que Agust era muy bueno en lo que hacía, ya que consiguió hacerlo disfrutar más que ninguno, con tan solo un par de minutos. No obstante, el pequeño pelirrosa sabía cuál era el verdadero plan de ese hombre, pues nunca dejó de estar atento a sus movimientos inusuales, como cuando retiró algo del bolsillo de su pantalón y lo sujetó con su mano libre, detrás de su espalda.

—Béseme, señor —gimió sin dejar de verlo a los ojos, llamándolo a perderse nuevamente en sus labios.

El pedido hizo sonreír a Agust porque esa sería la oportunidad perfecta para cumplir su objetivo, así que se inclinó y lentamente lo besó. Paseó como un experto su lengua y mordió ligeramente el carnoso belfo inferior de Kitty. Entonces, en ese instante, llevó la navaja que tenía hacia aquel delgado cuello, pero no cumplí su cometido, pues fue inmediatamente desarmado. En cuestión de segundos, su acompañante torció su brazo, saltó para quedar encima suyo y lo inmovilizó con una llave.

—¿Creyó que podría acabar conmigo? —preguntó con una gran sonrisa en su rostro—. ¡No! No diga nada, señor. —Rio con fuerza, mientras ataba las manos y los pies del rubio. —Estos cortos minutos me animaron el día, así que olvidaré que intentó matarme. —Limpió el maquillaje que se había corrido de su rostro y se cubrió con su bata rosa.

—¿Y ahora qué? ¿Me matarás? ¿Me torturarás? —contestó con una sonrisa igual de retorcida— Para mí, sería un honor morir en las manos del gran Kitty Gang, luego de haberlo hecho jadear como perra.

Kitty rio nuevamente, incluso con mayor intensidad. En serio, este hombre lo estaba emocionando.

—No, ni uno ni lo otro —dijo—. Serás libre. Te llevaré personalmente a donde sea que vivas y luego no volverás a buscarme. No quiero que te atrevas a llevarte a más clientes míos. Si me entero que vuelves a ser un obstáculo para mí, cumpliré tu deseo y te torturaré de la forma más retorcida que puedas imaginar, será tan ruin que suplicarás piedad.

—Trato.

—Trato.

"Mini skirts & diamonds"  •DKi // Yoonmin•Where stories live. Discover now